Meditaciones 29 de mayo
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29 de mayo, La meditación para las Mujeres que aman demasiado, Robin Norwood:
El dolor emocional es para la psiquis lo que el dolor físico es para el cuerpo: Una señal de que hay algo enfermo o lastimado.
Valor
Tenemos sentimientos muy profundos y
llevamos nuestras emociones a grandes extremos. Nos lanzamos de lleno a la vida
o nos escondemos debajo de las mantas, con miedo de movernos. Para muchos, el
precio de crecer es el despertar de nuevos sentimientos con los cuales no
sabemos vivir. Hace falta valor y humildad para no volver a encerrarnos. A
menudo, una vez pasado el incidente, reconocemos que hemos sufrido un aluvión
de pensamientos negativos. Quizá empezamos por dejar que un resentimiento se
enconara y después nos dimos cuenta poco a poco de que no éramos muy honestos.
Ocultar la verdad lleva a la mentira y luego compartir se hace cada vez más
difícil, hasta que nos vemos obligados a abordar las consecuencias de toda una
serie de malas acciones. Tanto la adicción como la recuperación son
progresivas. Muy raramente estamos estancados. Casi siempre mejoramos o
empeoramos.
Vivir limpios
29 de mayo
Meditaciones para mujeres que hacen demasiado, Anne Wilson Schaef
Prisas / frenesí / desvalorización
Mis pautas se van, se van,
se van... y se desmoronan.
Rosie
Cuando somos adictas a
trabajar, a estar ocupadas, a hacer las cosas deprisa y a cuidar de los demás,
la única manera que tenemos de permitirnos descansar es desmoronándonos. Se ha
dicho que la adicción al trabajo es la adicción que eligen las personas que se
valoran a sí mismas. Se nos impulsa tanto a probarnos a nosotras mismas y a
hacernos un sitio que, hagamos lo que hagamos, nunca hacemos lo suficiente. Si
hacemos suficiente, tal vez podamos justificar nuestra existencia. Tenemos
problemas de aceptar que sólo nuestro ser puede ser suficiente. Todas
necesitamos la soledad, y las que hacemos demasiado sólo podemos justificar el
permitírnosla cuando estamos al borde del colapso. Hacer las cosas deprisa y
después desmoronarme no sólo es agotador para mí, sino que agota también a
todas las personas que me rodean.
Hacer las cosas deprisa y desmoronarse es una conducta cruel e
inhumana. Practicarlo conmigo es cruel e inhumano.
29 de mayo, Meditación Diaria para Mujeres, libro: Cada día un
nuevo comienzo:
En ocasiones las
habladurías de las mujeres no tienen otro objeto que acercarse a los demás.
Joan Gilbertson
El hecho de sentirnos solas
y abandonadas aumenta nuestro miedo a sentirnos inadecuadas. Al aislarnos de
los demás la paranoia nos atrapa. Ansiamos sentirnos unidas con alguien, y las
habladurías acerca de otra persona pueden unir a dos personas solitarias. De
esta manera establecemos vínculos. Todas necesitamos tener un sentido de
pertenencia, sentir que formamos parte del vecindario, del personal de nuestro
centro de trabajo, del grupo de personas a las que llamamos amigos. Este
sentimiento fomenta el calor interno que acompaña a la seguridad y al
bienestar. Y así, nuestros miedos se desvanecen. Los Pasos Quinto, Noveno y
Décimo del programa nos garantizan que, cuando trabajemos con ellos, sentiremos
la cercanía que anhelamos. La revelación de nuestro interior fortalece lazos
con personas con quienes anhelamos tener contacto, lo que hace que las
habladurías pierdan atractivo. Al unir nuestras debilidades, nos acercamos. Tengamos
cuidado de nuestros juicios sobre los demás, ya sea expresados en forma de
habladurías o sólo saboreados en silencio. Esos juicios actúan como barómetros
de la imagen que tenemos de nosotras mismas. La seguridad de saber que
pertenecemos a algo, que somos uno, nos libera de esa necesidad de juzgar
injustamente a los demás.
La soledad me impulsa a comportarme en formas que me aíslan
todavía más. La verdadera cercanía con los demás vendrá cuando hable de mí
misma, no de otra persona.
29 de mayo, El lenguaje del adiós de Melody Beattie
Impotencia e ingobernabilidad
La fuerza de voluntad no es
la clave para lograr el modo de vida que estamos buscando. El sometimiento lo
es.
"He pasado gran parte
de mi vida tratando que la gente sea, haga o sienta algo que no es, que no
quiere y que escoge no sentir. En ese proceso la he vuelto loca y me he vuelto
loca yo misma", dijo una mujer en recuperación.
"Me pasé la niñez
tratando de hacer que un padre alcohólico que no se amaba a sí mismo fuera una
persona normal que me amara. Luego me casé con un alcohólico y me pasé una
década tratando de hacerlo dejar de beber."
"Me he pasado años
tratando de hacer presente para mí a gente que no está disponible
emocionalmente." " Me he pasado más años aun tratando de hacer
felices a miembros de la familia, que están contentos sintiéndose desdichados.
Lo que estoy diciendo es esto: me he pasado gran parte de mi vida tratando
desesperadamente y en vano de hacer lo imposible y sintiéndome un fracaso al no
haberlo podido hacer. Es como haber estado sembrando maíz y tratando de que de
las semillas salgan chícharos. ¡No funcionará!"
"Al someterme a la
impotencia, gano inteligencia suficiente para dejar de seguir desperdiciando mi
tiempo y energía tratando de cambiar y de controlar lo que no puedo cambiar ni
controlar. Esto me da permiso para dejar de estar tratando de hacer lo imposible
y concentrarme en lo que sí es posible: ser como soy, amarme a mí misma, sentir
lo que siento y hacer con mi vida lo que quiera".
En la recuperación
aprendemos a dejar de pelear contra los leones, simplemente porque no podemos
ganar. También aprendemos que, cuanto más nos concentremos en controlar o en
cambiar a los demás, más ingobernable se volverá nuestra vida. Cuanto más nos
concentremos en vivir nuestra propia vida, más tendremos una vida por vivir y
más gobernable se volverá nuestra vida.
Hoy admitiré la impotencia donde no tengo poder para cambiar las
cosas, y le permitiré a mi vida volverse gobernable
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