Meditaciones 12 de febrero

 

12 de febrero, La meditación para las Mujeres que aman demasiado, Robin Norwood:

Perdonar no significa permitir que se nos vuelva a lastimar, significa entre otras cosas, apartarse a un lado para que las acciones del otro no nos afecten tan personalmente. Lejos de convertirnos en personas más débiles que pueden ser avasalladas por los demás, el perdón nos libera, para que nunca volvamos a permitir que se nos trate mal.

 


Rendición

En recuperación, descubrimos que la rendición implica abandonar nuestras reservas en cuanto a la recuperación y estar dispuestos a tratar de abordar la vida de forma distinta. El proceso de rendición es sumamente individual para cada uno de nosotros. Sólo nosotros, como individuos, sabemos cuándo lo hemos logrado. Hacemos hincapié en la rendición porque es precisamente el proceso que permite que nos recuperemos. Cuando nos rendimos, sabemos de corazón que estamos hartos, cansados de luchar. Cuando al fin comprendemos que la lucha ha terminado, nos llega una sensación de alivio.

Funciona como y porque (Primer Paso)

 

12 de febrero

Meditaciones para mujeres que hacen demasiado, Anne Wilson Schaef

Metas/Competición

Aquello en que te has convertido es el precio que pagaste para obtener lo que querías.

Mignon Mclaughlin

¿Merecía la pena? ¿Vale la pena? ¿Podemos mirar al espejo y decir a la persona que vemos: “¿Eres alguien que admiro y respeto?”

Debemos recordar que cada paso en el camino de la vida es como dar un paseo. Nos lleva a algún lado, y los pasos dejan frecuentemente huellas.

No podemos decirnos a nosotras mismas: “Bueno, lo que estoy haciendo es urgente ahora, así que continuaré haciéndolo así. Más adelante ya solucionaré las consecuencias”, y que no haya consecuencias después. Los rechazos de nuestra vida están relacionados entre sí.

Lo que hago se convierte en lo que soy. Estoy trabajando ahora con elementos muy preciados.

12 de febrero, El lenguaje del adiós de Melody Beattie

Deja ir a aquellos que no están en recuperación

Podemos avanzar en nuestra vida y en nuestra recuperación, incluso a pesar de que alguien a quien amamos no esté aún en recuperación. Imagina un puente. En un lado del puente todo está frío y oscuro.

Ahí estuvimos con nosotros en el frío y la oscuridad, doblados por el dolor. Algunos desarrollamos un desorden con la comida para lidiar con el dolor. Otros bebían o usaban otras drogas. Algunos más perdimos el control sobre nuestra conducta sexual o nos concentramos obsesivamente en el dolor de personas adictas para distraernos de nuestro propio dolor. Muchos hicimos ambas cosas: desarrollamos una conducta adictiva y nos distrajimos concentrándonos en otros adictos. No sabíamos que había un puente. Pensábamos que estábamos atrapados en un acantilado.

Luego, algunos tuvimos suerte. Nuestros ojos se abrieron, por la Gracia de Dios, porque era tiempo de ello. Vimos el puente. La gente nos dijo lo que había del otro lado: color, luz y curación para nuestro dolor. Apenas podíamos vislumbrar o imaginar esto, pero decidimos de todas maneras emprender el camino para cruzar el puente.

Tratamos de convencer a la gente que nos rodeaba en el acantilado de que había un puente que conducía a un lugar mejor, pero no quisieron escucharnos. No estaban listos para emprender el viaje. Decidimos ir solos porque creímos y porque la gente que estaba del otro lado nos animaba a seguir adelante. Cuanto más nos acercábamos al otro lado, más podíamos ver y sentir que lo que se nos había prometido era verdad. Había luz, calor, curación y amor. El otro lado era un sitio mejor.

Sin embargo, ahora hay un puente entre nosotros y los que se quedaron del otro lado. A veces podemos sentir la tentación de volvernos y traerlos a rastras con nosotros, pero eso no se puede hacer. A nadie se le puede arrastrar ni obligar a cruzar el puente. Cada persona debe ir por su propia voluntad, cuando sea su tiempo. Algunos vendrán; otros se quedarán del otro lado. La elección no es nuestra.

Podemos amarlos. Podemos saludarlos con la mano. Podemos ir y venir.

Podemos animarlos, como otros nos han animado y nos han alentado.

Pero no podemos obligarlos para que vengan con nosotros.

Si ha llegado nuestro momento de cruzar el puente, o si ya lo hemos cruzado y estamos en la luz y en el calor, no tenemos que sentirnos culpables. Estamos donde teníamos que estar. No tenemos que regresar al oscuro acantilado porque aún no haya llegado el tiempo de alguien más.

Lo mejor que podemos hacer es quedarnos en la luz, porque eso les da la seguridad a los otros de que hay un lugar mejor. Y si esos otros alguna vez se deciden a cruzar el puente, estaremos ahí para animarlos.

Hoy avanzaré en mi vida, a pesar de lo que los otros hagan o dejen de hacer. Sabré que es mi derecho cruzar el puente a una vida mejor, aunque para hacerlo tenga que dejar a otros atrás. No me sentiré culpable, ni me sentiré avergonzado. Sé que el lugar donde estoy ahora es un lugar mejor y que ahí es donde debo estar.

12 de febrero, Meditación Diaria para Mujeres, libro: Cada día un nuevo comienzo:

No hay verdades nuevas, sino sólo verdades que no han sido reconocidas por quienes las han percibido sin darse cuenta.

Mary McCarthy

 Hoy comprenderemos ideas que ayer no entendíamos. En este año somos conscientes de ciertos detalles de nuestro pasado que en su momento se nos escaparon. Somos cada vez menos ciegas y estamos mejor preparadas para reconocer verdades que antes no pudimos asimilar.

Cuando el discípulo está listo, el maestro aparece. Y el maestro trae verdades que debemos integrar en nuestro banco de conocimientos. Las verdades que se nos planteen hoy o en cualquier otro día no siempre nos harían del todo felices. Quizás nos demos cuenta de que un trabajo ha dejado de ser adecuado para nosotras. O que una relación ha llegado a su fin. Todo cambio produce inquietud. Pero en el gran esquema de nuestra vida, los cambios provocados por esas verdades son positivos y, con el tiempo, contribuirán a nuestra felicidad...

Aceptemos las verdades a medida que se presenten y confiemos a Dios el resultado. Transitamos por un sendero muy especial. El camino es pedregoso, y las curvas limitan nuestra visión, pero recibiremos todas las indicaciones que necesitamos.

Las verdades que reciba el día de hoy guiarán mis pasos. Transitaré en paz.

 

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