Meditaciones 19 de enero

 

 

19 de enero

La meditación para las Mujeres que aman demasiado, Robin Norwood:

Una de las tareas más difíciles que debes afrontar en tu recuperación es aprender a no decir ni hacer nada. Cuando la vida se vuelve inmanejable, cuando todo en ti clama por hacerte cargo de él, por aconsejarlo y alentarlo, cuando te sientes tentada a manipular la situación de cualquier manera, debes aprender a permanecer quieta, a respetar a la otra persona lo suficiente como para permitir que esa sea su lucha, no la tuya. La verdadera tarea reside en el hecho de afrontar tus propios miedos, teniendo en cuenta lo que podría llegar a ocurrirle a él y vuestra relación si dejas de manejar todo, y luego te abocas al esfuerzo de eliminar tus miedos antes que a manipularlo a él.


 

Fe

No podemos sentamos a esperar que llegue la fe cuando practicamos el Segundo Paso; tenemos que trabajar en ello. Una de las sugerencias que a muchos nos ha funcionado es “hacer como si” tuviésemos fe. No significa que debamos ser deshonestos con nosotros mismos. No hace falta que le mintamos a nuestro padrino ni a nadie sobre el punto en el que estamos en este paso. No lo hacemos para aparentar ni quedar bien. “Hacer como si” sólo significa vivir como si creyéramos que sucederá lo que deseamos. En el Segundo Paso, significa que vivimos como si esperásemos que nos restituyeran el sano juicio. Es algo que puede funcionar en nuestra vida personal de diferentes maneras. Muchos miembros sugieren que empecemos a «hacer como si> asistiendo con regularidad a las reuniones y pidiendo orientación a nuestro padrino.

Guía para trabajar Los Pasos de NA (Segundo Paso)

19 de enero

Meditaciones para mujeres que hacen demasiado, Anne Wilson Schaef

Control

Las personas que quieren dirigirse a sí mismas siempre quieren (aunque sea amablemente) dirigir a los demás. Siempre creen que ellas saben más, y son tan obstinadas y resueltas que no están muy abiertas a ideas nuevas y mejores.

Brenda Ueland

Las personas que somos adictas al trabajo somos difíciles de conllevar. Es difícil trabajar con nosotras y para nosotras. Nuestro núcleo de funcionamiento es el control.

Con frecuencia no distinguimos entre que el trabajo se haga y que el trabajo se haga bien. Creemos que, si podemos controlarlo todo, estamos haciendo nuestro trabajo y lo estamos haciendo bien. Nuestro espejismo de control nos mata. Al final nos encontramos cansadas y quemadas.

Desgraciadamente, el control tiene su precio. Al intentar realizar este espejismo de control, somos destructivas con nosotras mismas y con los demás. Además, al intentar mantener este control ilusorio, descubrimos que nuestro campo de visión se vuelve cada vez más reducido (¡lo mismo que se contraen nuestros vasos sanguíneos!) y ya no estamos abiertas a ideas nuevas y mejores. De hecho, no estamos abiertas en absoluto a ninguna idea.

Cuando con mi conducta es controladora hago a los demás lo que me hago a mí misma, todos perdemos.

19 de enero

El lenguaje del adiós de Melody Beattie

Apoderarnos de nuestra fuerza

Hay un sentimiento al que le tenemos que prestar una particular atención durante la recuperación: sentirnos victimados. No necesitamos acostumbrarnos a sentirnos a gusto con ese sentimiento. ¿Cómo nos sentimos cuando hemos sido víctimas de alguien? Impotentes, furiosos, desamparados, frustrados.

Es peligroso sentirse victimado. A menudo, esto nos puede lanzar a conductas adictivas o a otras conductas compulsivas.

En la recuperación estamos aprendiendo a identificar cuándo nos sentimos victimados, cuándo hemos sido victimados en realidad y por qué nos estamos sintiendo victimados. Estamos aprendiendo a apoderarnos de nuestra fuerza, a cuidar de nosotros mismos y a retirarnos de nuestro papel de víctimas.

A veces, apoderarnos de nuestra fuerza significa darnos cuenta de que nos estamos victimando a nosotros mismos, y que los demás no están haciendo nada para lastimarnos. Ellos están viviendo su vida, como es su derecho, y nosotros nos estamos sintiendo víctimas porque estamos intentando controlar su proceso o, de manera irracional, estamos esperando que ellos cuiden de nosotros. Nos podemos sentir victimados si nos quedamos atascados en una creencia codependiente, tal como …Los demás me hacen sentir.... Los demás tienen la llave de mi felicidad y mi destino.... o, no podré ser feliz a menos que otro se comporte de determinada manera, o de que sucedan ciertas cosas….

Otras veces, apoderarnos de nuestra fuerza significa que nos damos cuenta de que estamos siendo victimados por la conducta de otra persona. Están siendo invadidos nuestros límites. Es ese caso, indagamos qué necesitamos hacer para cuidar de nosotros mismos e impedir que continúe la victimización; necesitamos fijar límites.

A veces, lo único que se requiere es un cambio de actitud. No somos víctimas.

Luchamos por sentir compasión hacia la persona que nos victimó, pero comprendemos que a menudo la compasión viene después, cuando nos hayamos despojado de nuestro papel de víctimas en cuerpo, mente y espíritu. También entendemos que sentir demasiada compasión puede volver a ponernos de inmediato en el cajón de las víctimas. Sentir demasiada lástima por una persona que nos está victimando puede establecer una situación donde la persona nos pueda convertir de nuevo en su víctima.

No tratamos de forzar consecuencias ni crisis sobre otra persona, pero tampoco la rescatamos de las consecuencias lógicas de su conducta. Si hay un papel que tengamos la responsabilidad de jugar para que se den esas consecuencias, lo desempeñamos, no para controlar ni para castigar, sino para ser responsables con nosotros mismos y con los demás.

Tratamos de descubrir qué podemos estar haciendo que nos hace sentir victimados, o qué papel estamos jugando dentro de un sistema, y dejamos, también, de hacerlo. No tenemos poder sobre los demás ni sobre su conducta, pero podemos apropiarnos de nuestra fuerza y apartarnos de ser víctimas.

Hoy asumiré la responsabilidad de ser yo mismo y de demostrárselo a los demás al no permitir que se me victime.  No puedo controlar los acontecimientos, pero sí puedo controlar mi actitud al ser victimado. No soy una víctima; no merezco ser victimado.

19 de enero

Meditación Diaria para Mujeres, libro: Cada día un nuevo comienzo:

Creo que el genio especial de la mujer posee un movimiento eléctrico, una función intuitiva y una tendencia espiritual.

Margaret Fuller

Somos mujeres y nos movemos solas y en compañía. Nos movemos hacia nuevas imágenes de nosotras mismas. Hay un poder curativo que surge del movimiento, del hecho de compartir nuestras ideas y cambiar nuestra forma de ser. Y, al confiar en nosotras mismas y en los demás, damos armonía, cuidado y valor a todas nuestras acciones.

La vida encierra muchas posibilidades que somos capaces de realizar cuando nos arriesgamos a cambiar por medio de la acción. Quienes luchamos por recuperarnos estamos actuando, cambiándonos a nosotras mismas, Y, en la medida en que nos escuchemos y nos apoyemos mutuamente, propiciaremos en nuestras hermanas los cambios necesarios. Cuando una de nosotras sana, todas lo hacemos.

El día de hoy encierra una promesa especial para mí. Puedo estar en armonía, puedo compartir con los demás. Mi valor fortalecerá a otros y ellos me fortalecerán a mí.

 

 

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Meditaciones 24 de junio

Meditaciones 9 de abril

Meditaciones 15 de septiembre