Meditaciones 30 de junio
30 de junio, La meditación para las Mujeres que aman demasiado, Robin Norwood:
Cuando dejamos de amar demasiado ya no basamos todo lo que hacemos y decimos en cómo creemos que será la reacción del otro.
Fe
Llevamos
dentro la honestidad que necesitamos para nuestra rendición inicial, la fe y
esperanza que desarrollamos al llegar a creer en un Poder superior a nosotros,
y la confianza y la buena voluntad requeridas cuando tomamos la decisión de
poner nuestra voluntad y nuestra vida al cuidado de Dios. La humildad de creer
en ese Poder nos conmovió el corazón.
Funciona como
y porque
30
de junio
Meditaciones
para mujeres que hacen demasiado, Anne Wilson Schaef
Recuperación
La
recuperación es un proceso, no un acontecimiento.
Anne
Wilson Schaef
Ahora
que empezamos a reconocer que trabajar en exceso, andar cuidando siempre de los
demás, ir con prisas y mantenerse siempre ocupadas son manifestaciones del
proceso de adicción y es tan enfermizo como las adicciones químicas,queremospararloinmediatamente.
«Tengo que hacerlo [recuperarme] por mí misma; no tengo que hacerlo sola», son afirmaciones que se oyen con frecuencia en los círculos de recuperación.
30
de junio, Meditación Diaria para Mujeres, libro: Cada día un nuevo comienzo:
El
silencio puede ser el privilegio del fuerte, pero ciertamente es un peligro
para el débil, pues aquello que me sentí impulsada a mantener en silencio casi
siempre eran cosas por las que sentía vergüenza y que habría sido mucho mejor
ventilar.
Joanna
Field
Se
ha dicho que “estamos tan enfermas como los secretos que guardamos”. Cada vez
que nos guardamos algo de lo que necesitamos hablar con los demás
obstaculizamos y quizás ponemos en riesgo nuestra salud emocional como mujeres
en recuperación.
Estaré
alerta ante las oportunidades de compartirme a mí misma y apreciaré la libertad
que ello me ofrece.
30
de junio, El lenguaje del adiós de Melody Beattie
Acepta
el cambio
Un
día, mi madre y yo trabajábamos juntas en el jardín. Estábamos trasplantando
unas plantas por tercera vez. Habiendo crecido a partir de una semilla en un
bote pequeño, las plantas habían sido transferidas a un bote grande; y luego
trasplantadas al jardín. Ahora, como me estaba mudando de casa, las estábamos
trasplantando otra vez. Siendo inexperta como jardinera, me volví a mi
experimentadísima madre. "¿No les hace daño?", le pregunté mientras
las desenterrábamos y les sacudíamos la tierra de las raíces. “¿No les hará
daño a estas plantas que se les desenraice y se les trasplante tantas
veces?"
Hoy,
Dios mío, ayúdame a recordar que durante los tiempos de transición están siendo
fortalecidos mi yo y mi fe.
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