Meditaciones 22 junio
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22 de junio, La meditación para las Mujeres que aman demasiado, Robin Norwood:
Cuarta promesa de recuperación de una relación adictiva
Amaremos cada uno de los aspectos de nosotras mismas: nuestra personalidad, nuestra apariencia, nuestras convicciones y valores, nuestros logros. Nos valoraremos a nosotras mismas antes de buscar que una relación nos proporcione el sentido de la propia valía.
Confianza
Mi relación con mi madrina
ha sido la clave para ir adquiriendo confianza en otras personas y trabajar los
pasos. Compartí con ella el desorden total que era mi vida, y ella compartió
conmigo que le había pasado lo mismo. Empezó a enseñarme a vivir sin consumir
drogas.
IP, El padrinazgo
22 de junio
Meditaciones para mujeres que hacen demasiado, Anne
Wilson Schaef
Conciencia del proceso
La vida llega en
oleadas; oleadas de soledad, y después más oleadas, cuando apenas tenemos
tiempo de respirar.
May Sarton
Las adictas al
trabajo, las adictas a estar siempre ocupadas, y las adictas a las prisas se
sienten mucho más a gusto y en confianza en los periodos en los que apenas
tenemos tiempo para respirar. Sabemos cómo funcionar bajo presión y con plazos
colgando sobre nuestras cabezas. En estos periodos es cuando brillamos. Por
desgracia, lo que nos asusta son los periodos de calma y de soledad potencial
cuando los proyectos se acaban. Estar sin proyectos o plazos fijos nos mete el
miedo en el cuerpo. Por suerte, casi nunca tenemos que enfrentarnos a este
terror porque hemos dispuesto nuestras vidas de tal manera que rara vez tenemos
un momento para respirar. Si nos permitimos el tiempo para darnos cuenta,
podemos ver que esta marea ascendente y descendente en la vida tiene su razón
de ser. Necesitamos tener momentos de respiro. Nuestros cuerpos necesitan
descansar de las subidas constantes de adrenalina o, en caso contrario,
explotan. Cuando nos permitimos estar más sanas, empezamos a experimentar y a
atesorar las «oleadas» de nuestra vida y a darles la bienvenida como ejemplos
de sabiduría infinita.
El océano nunca se cansa del flujo y reflujo de sus
mareas. Tengo que aprender algo del océano.
22 de junio, Meditación Diaria para Mujeres, libro:
Cada día un nuevo comienzo:
Deseo hacerlo
sólo porque sí. Las mujeres deben tratar de hacer las cosas como han hecho los
hombres. Y cuando fracasan, su fallo debe ser un reto para otras.
Amelia Earhart.
El miedo al
fracaso acecha a muchas mujeres y no sólo a aquellas que tienen problemas con
el alcohol, las drogas o la comida. Es posible que quienes nos encontramos en
este programa aún temamos al fracaso. El hecho de dejar nuestra adicción no
resuelve todos los problemas, pero nos permite aprovechar de manera realista
nuestras ventajas. Conocerlas y aceptarlas nos da la confianza que necesitamos
para intentar un proyecto o para tratar de alcanzar una meta. Otra de las
ventajas de este programa es la ayuda que nos proporcionan nuestros grupos y
nuestro poder superior. Cuando comprendemos que no estamos solas todo se hace
posible. Ver cómo otras mujeres luchan y triunfan, o luchan, fracasan y vuelven
a intentarlo sin sentirse derrotadas, genera un flujo de energía capaz de
estimularnos. El bienestar que sentimos por los logros de los demás nos motiva.
Hoy pondré especial atención a los logros de otras
mujeres, tanto de las se encuentran cerca de mí como de aquellas sobre las que
lea o escuche. Creeré en su ejemplo y me sentiré impulsada a avanzar.
22 de junio, El lenguaje del adiós de Melody Beattie
Historiales laborales
Al igual que
tenemos historiales de relaciones, la mayoría de nosotros tenemos historiales
laborales. Al igual que tenemos una circunstancia actual que aceptar y con la
cual lidiar en nuestra vida de relaciones, tenemos una circunstancia actual que
aceptar y con la cual lidiar en nuestra vida de trabajo. Al igual que
desarrollamos una actitud sana hacia nuestra historia de relaciones – que nos
ayudará a aprender y a seguir adelante- podemos desarrollar una actitud sana
hacia nuestra historia laboral. En mi vida he tenido muchos empleos, desde que
tenía once años. Al igual que he aprendido muchas cosas acerca de mí misma a
través de mis relaciones, he aprendido muchas lecciones a través de mi trabajo.
A menudo, estas lecciones corren paralelas a las lecciones que estoy
aprendiendo en otras áreas de mi vida. He trabajado en empleos que odiaba, pero
de los cuales dependía temporalmente. Me he quedado atorada en empleos porque
me daba miedo lanzarme yo sola y encontrar mi siguiente serie de
circunstancias. He estado en algunos empleos para desarrollar habilidades. A
veces, no supe que estaba desarrollado esas habilidades hasta más tarde, cuando
se convirtieron en una parte importante de la carrera que elegí. He trabajado
en empleos donde me he sentido victimada, donde sentía que daba y daba sin
recibir nada a cambio. He estado en relaciones donde fabricaba sentimientos
similares. He trabajado en algunos empleos que me han enseñado lo que no quería
en absoluto; y en otros que han despertado en mí la idea de lo que realmente
quería y me merecía en mi carrera. Algunos de mis empleos me han ayudado a
fortalecer el carácter; otros, a desarrollar habilidades sutiles. Todos han
sido un lugar dónde practicar conductas de recuperación. Al igual que tuve que
lidiar con mis sentimientos y con los mensajes acerca de mí misma en mis
relaciones, he tenido que lidiar con mis sentimientos y con los mensajes acerca
de mí misma, y de lo que creía que me merecía en mi trabajo. Así como he tenido
que limpiar los despojos de sentimientos acerca de relaciones del pasado, he
necesitado concluir mis asuntos en lo relativo a mis trabajos y a mi carrera. En
mi vida he atravesado por dos cambios importantes de carrera. Aprendí que
ninguna de esas carreras fue un error y que ningún empleo fue un desperdicio de
tiempo, he aprendido algo en cada empleo que he tenido, y mi historia laboral
me ha ayudado a crear lo que soy. Aprendí algo más: había un Plan, estaba
siendo guiada. Cuanto más confiaba en mis instintos, en que lo que quería y lo
que sentía era correcto, más sentía que era guiada. Cuanto más rehusaba a
perder mi alma en un empleo y trabajaba en él porque lo quería y no por la
paga, menos victimizada me sentía por cualesquiera de mis carreras, aún en
aquellos empleos donde recibía un magro salario. Cuanto más fijaba metas y
trabajaba responsablemente por lograr el tipo de carrera que quería, más podía
decidir si un empleo en particular encajaba en el esquema de las cosas. Podía
entender por qué estaba en ese empleo en particular y cómo me beneficiaría de
ello. Hay veces en que he sentido pánico en el trabajo y acerca de dónde me
encontraba en mi historia laboral. El pánico nunca me ayudó. Lo que me ayudó
fue confiar y trabajar mi programa. Hubo veces en que miraba a mi alrededor y
me preguntaba por qué estaba donde estaba. Hubo veces en que la gente pensó que
yo debía estar en otro sitio diferente. Pero cuando veía en mi interior y veía
a Dios, yo sabía que estaba en el lugar correcto, por el momento. Hubo veces en
que no fui promovida como quería. Hubo veces en que me negué a ser promovida
porque no lo sentía correcto. Hubo veces en que tuve que renunciar a un empleo
y alejarme para ser fiel a mí misma. A veces, eso era atemorizante. A veces, me
sentía un fracaso. Pero aprendí esto: si estaba trabajando mi programa y me era
fiel a mí misma, nunca tendría que temer hacia dónde se me estaba guiando. Ha
habido veces en que no podía sobrevivir con la escasa cantidad de dinero que
estaba recibiendo. En vez de llevar ese asunto ante un jefe o patrón en
particular y echarle la culpa, he tenido que aprender a llevar ese asunto ante
mí misma y ante mi Poder Superior. He aprendido que yo soy la responsable de
fijar mis límites y de establecer lo que creo que merezco. También he aprendido
que es Dios, y no un patrón en particular, la fuente de mi guía. He aprendido
que no estoy atorada o atrapada en un trabajo al igual que no lo estoy en una
relación. Tengo alternativas. Tal vez no pueda verlas claramente ahora, pero
tengo alternativas. He aprendido que, si realmente quiero cuidar de mí misma de
una forma en particular en un empleo, lo haré. Y si realmente quiero ser
victimizada en un empleo, también permitiré que eso ocurra. Yo soy responsable
de lo que elijo, y tengo alternativas. Por encima de todo lo demás, he
aprendido a aceptar mis circunstancias actuales en el trabajo y a confiar en
ellas. Eso no significa doblegarse; no significa renunciar a nuestros límites.
Significa confiar, aceptar y luego cuidarme a mí misma lo mejor que pueda en
cualquier día dado.
Dios mío, ayúdame a llevar mis conductas de
recuperación a los asuntos relacionados con mi carrera.
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