De
esos momentos de duda puede surgir una fe auténticamente personal. No podemos
negar esos sentimientos, ni entregarnos a ellos, sino que debemos abordarlos
con cuidado.
Aprendemos
lo que es la verdad para nosotros, y eso fija el rumbo de nuestra vida. Nuestra brújula moral es el producto del trabajo que hacemos para comprender y aplicar los principios espirituales. Cuando nos apartamos de lo que consideramos válido, nos sentimosfrustrados y atrapados. Cuando nos olvidamos de las certezas que tenemos, perdemos la orientación y deambulamos peligrosamente. Por otro lado, cuando nuestra concepción de lo que es cierto cambia, quizá nos sintamos mucho más perdidos de lo que en realidad estamos. Esa brújula funciona a la perfección y nos guía hacia una nueva dirección. Gracias a esos períodos de serias dudas e incertidumbre, logramos una nueva rendición, una fe más profunda y a menudo una percepción muy distinta de quiénes somos.
Vivir
limpios, el viaje continúa
Comentarios
Publicar un comentario