Meditaciones 5 de noviembre

 

 

5 de noviembre,

La meditación para las Mujeres que aman demasiado, Robin Norwood:

Amar demasiado es una pauta de conducta aprendida temprana y ampliamente practicada, y abandonarla va a causarte miedo, vas a sentirte amenazada y lo vivirás como un constante desafío.


 

UNDÉCIMA TRADICIÓN

Nuestra política de relaciones públicas se basa

en la atracción y no en la promoción. Debemos

mantener siempre el anonimato personal ante la

prensa, la radio, la televisión y el cine.

Se establecen dos guías. La Primera: “la

política de relaciones públicas de CoDA se basa en

la atracción y no en la promoción” La Segunda:

como miembros de CoDA, cada uno de nosotros

“mantiene su anonimato a nivel de prensa, radio o

cine”.

 

Libro verde de Coda

5 de noviembre

Meditaciones para mujeres que hacen demasiado, Anne Wilson Schaef

Seguridad económica

Parece que las recompensas de una sociedad próspera se vuelven amargas como la hiel en la boca.

Natalie Shaeness

Una sociedad próspera funciona en general como un tranquilizante gigante. Persiguiendo las recompensas de la prosperidad, tenemos que desconectar completamente de nuestra conciencia, hasta tal punto que nos volvemos destructivas para nuestros cuerpos y nuestro psiquismo. Tenemos que desarrollar nuestras adicciones para cerrar nuestra conciencia a lo que realmente nos importa. Funcionamos a partir de un rechazo a ver y nos sentimos amenazadas por cualquier persona que ponga en cuestión nuestro rechazo.

Cuando vemos que el único objetivo de nuestro trabajo es conseguir la prosperidad, hemos perdido la pista de nosotras mismas y de lo que tiene más significado para nosotras. Nuestro ser espiritual se ha convertido en una abstracción, si es que todavía existe.

La hiel es útil para digerir las grasas y reducir los riesgos de un ataque al corazón. Pero no sirve para nada en la boca.

5 de noviembre,

Meditación Diaria para Mujeres, libro: Cada día un nuevo comienzo:

Quizás este mismo instante sea tu momento…

Louise Bogan

 Hoy aprenderemos sólo las lecciones que en este momento son importantes para nuestra vida. Así como aquello que necesitábamos y para lo cual estuvimos preparadas el día de ayer vino a nosotras precisamente en ese día, y el mañana repetirá el mismo esquema. Si nos preocupamos por cualquier otro momento que no sea el presente, no reaccionaremos “cuando el maestro aparezca”.

En años anteriores quizás nos aferrábamos a los problemas del pasado. Es posible que aún luchemos por aferrarnos a ellos. O quizás tratemos de ver hacia el futuro lejano. Pero estamos aprendiendo que hay un momento adecuado para todo crecimiento y para toda experiencia. Y que ese momento puede no coincidir con nuestros horarios. Lo que no cruce hoy por nuestro camino vendrá en el momento apropiado. Cada día recibiremos sólo aquello que necesitemos. No tenemos por qué preocuparnos por el futuro. Este nos ofrecerá lo que nos corresponda en su momento, pero no lo hará sino hasta que hayamos experimentado estas veinticuatro horas que nos esperan.

Cada día hay maravillas y alegrías esperándome.

El crecimiento que experimento es justo lo que necesito

en este momento. Soy una alumna cuyo maestro aparecerá.

5 de noviembre,

El lenguaje del adiós de Melody Beattie

Hagamos un trato

La relación simplemente no estaba funcionando, y yo quería tanto que funcionara. Seguía pensando que, si me hacía lucir más hermosa, si tan sólo trataba de ser una persona más amorosa, más amable, entonces él me amaría. Me volteé al revés para ser algo mejor, siendo que como era estaba bien. Sencillamente no podía ver lo que estaba haciendo, hasta que seguí adelante y acepté la realidad.

Anónimo

Una de las partes más frustrantes de la aceptación es la etapa del regateo. En la negación, hay felicidad; en la ira, alguna sensación de poder. En el regateo vacilamos entre el creer que podemos hacer algo por cambiar las cosas y el darnos cuenta de que no podemos hacerlo.

Podemos alzar en alto nuestras esperanzas una y otra vez, tan solo para que nos las destrocen. Muchos de nosotros nos hemos volteado al revés para tratar de negociar con la realidad. Algunos de nosotros hemos hecho cosas que parecen absurdas, en retrospectiva, una vez que hemos logrado la aceptación.

“Si trato de ser una persona mejor, entonces esto no sucederá.... Si me veo más bonita, si tengo la casa más limpia, si bajo de peso, si sonrío más, si me dejo ir, si me aferro con más fuerza, si cierro los ojos y cuento hasta diez, si me desgañito gritando, entonces no tendré que enfrentar esta pérdida, este cambio.”

Hay historias de los miembros de Al-Anón acerca de intentos de regateo con el beber del alcohólico: “Si tengo la casa más limpia, el no beberá... Si la hago feliz comprándole un vestido nuevo, ella no beberá... Si le compro a mi hijo un coche nuevo, dejará de usar drogas”.

Los hijos adultos de alcohólicos también han regateado con sus pérdidas: “Quizá si soy el hijo perfecto, mi mamá o mi papá me amarán y me aprobarán, dejarán de beber y me apoyarán en la forma como quiero que lo hagan”. Hacemos cosas grandes, pequeñas y regulares, a veces cosas locas, para resguardarnos del dolor que implica aceptar la realidad, para detenerlo o para ahogarlo.

Aceptar la realidad no tiene sustituto. Esa es nuestra meta. Pero en el camino, podemos tratar de hacer un trato. Reconocer nuestros intentos de regateo por lo que son –parte del proceso de pena- ayuda a que nuestras vidas se vuelvan gobernables.

Hoy me daré a mí mismo y a los demás la libertad para experimentar completamente la pena por las pérdidas. Me haré responsable, pero me daré permiso para ser humano.

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