Meditaciones 7 de agosto
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7 de agosto, La meditación para las Mujeres que aman demasiado, Robin Norwood:
Dar y dar al otro llega a alcanzar las proporciones de un implícito soborno.
Receptividad
La
receptividad nos hace educables
El
principio de receptividad nos permite seguir siendo educables y buscar maestros
a nuestro alrededor.
Vivir
limpios, Capitulo cinco, «Ser padres o madres»
Intentaré
esforzarme para considerar otros puntos de vista que tal vez sean diferentes
del que tengo hoy. Tomaré los desafíos como oportunidades para crecer.
Un
principio espiritual por día
7
de agosto
Meditaciones
para mujeres que hacen demasiado, Anne Wilson Schaef
Evolución
personal
La
formación del carácter empieza en nuestra infancia y continúa hasta la muerte.
Eleanor
Roosevelt
De
alguna manera, siempre tenemos la secreta esperanza de que podemos centrarnos,
resolver todas las cuestiones, descubrir todos nuestros talentos, aceptar el
trabajo de nuestra vida, y después relajarnos y poder continuar de esta manera.
¡Qué
choque supone el reconocer al final que la «formación del carácter» y la
evolución personal son procesos que duran toda la vida! Justo cuando pensamos
que estamos claras sobre la dirección de nuestras vidas y nos asentamos en esta
seguridad (estancamiento), sucede algo que sacude nuestra autocomplacencia.
¡Cuánto
más fácil es reconocer en primer lugar que la vida es un proceso y abrirnos a
los ciclos de nuestra evolución personal!
Crecer y evolucionar constituye el estado normal del organismo humano... y yo soy un organismo humano. Sería lógico, por lo tanto, asumir que el crecimiento y la evolución personal son cosas normales para mí.
7
de agosto, Meditación Diaria para Mujeres, libro: Cada día un nuevo comienzo:
Ignorar
completamente nuestra individualidad es como ser expulsadas de la vida, como
ser apagadas de la misma forma en que se apaga una vela.
Evelyn
Scout
Necesitamos
saber que somos importantes en esta vida. Necesitamos pruebas de que los demás
son conscientes de nuestra presencia. Por ello, podemos estar seguras de que
los otros necesitan la misma atención de nuestra parte. Cuando brindamos
nuestra atención, la recibimos. Así, el hecho de darla a algún alma que esté
buscándola satisface también nuestra necesidad de recibirla. El reconocimiento
respetuoso de la presencia de otra persona la bendice a ella, a nosotras y a
Dios. Y cada vez que elogiamos a alguien manifestándole nuestro reconocimiento,
nos ayudamos mutuamente a crecer en formas importantes. En ocasiones no estamos
seguras de qué es lo que podemos ofrecer a nuestros amigos, nuestros familiares
o nuestros compañeros de trabajo. Quizás nos desconcierte ignorar por qué nos
encontramos en ciertas circunstancias, pero es muy posible que las personas con
las que nos relacionamos regularmente necesiten algo que podemos darles, así
como es probable que nosotras necesitemos lo que ellas pueden brindarnos. Por
ello, podemos comenzar por dedicar toda nuestra atención a las personas que se
crucen en nuestro camino. Para percibir el mensaje que otra alma quizás esté
enviando a la nuestra, debemos escuchar cuidadosamente y observar con atención.
Seré
consciente de las personas que me rodean. Debo reconocerlas y agradecerles todo
lo que me ofrecen.
7
de agosto, El lenguaje del adiós de Melody Beattie
Aprende
a decir no
Para
muchos de nosotros, la palabra más difícil de decir es una de las más cortas y
fáciles del vocabulario: No. Anda, dilo en voz alta: No. No, fácil de
pronunciar, difícil de decir. Nos da miedo caerle mal a la gente, o nos
sentimos culpables. Podemos creer que un "buen" empleado, hijo,
padre, cónyuge o cristiano nunca dice no. El problema es que, si no aprendemos
a decir no, dejamos de caernos bien a nosotros mismos y a la gente a la que
siempre tratamos de complacer. Quizá incluso lleguemos a castigar a los demás a
causa del resentimiento. ¿Cuándo decimos no? Cuando realmente queremos decir
no. Cuando aprendemos a decir no, dejamos de mentir. La gente puede confiar en
nosotros, y nosotros podemos confiar en nosotros mismos. Pasan todo tipo de
cosas buenas cuando empezamos a decir lo que queremos. Si nos asusta decir no,
podemos darnos algo de tiempo. Podemos tomarnos un descanso, ensayar la palabra
y volver para decir no. No tenemos que brindar largas explicaciones por
nuestras decisiones. Cuando podemos decir no, también podemos decir sí a lo
bueno.
Nuestros
noes y nuestros síes empiezan a ser tomados en serio. Ganamos control sobre
nosotros mismos. Y es entonces cuando aprendemos un secreto: que en realidad no
es tan difícil decir: "no". Hoy diré no si eso es lo que quiero.
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