Meditaciones 11 de julio
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11 de julio, La meditación para las Mujeres que aman demasiado, Robin Norwood:
Cuando sentimos envidia, somos presas de la errónea convicción de que en el mundo no hay bien suficiente para todos.
Aceptación
Cada
vez estamos más dispuestos a dejar que los otros sean como son, sin tener que
juzgarlos. La necesidad imperiosa de resolverlo todo ha desaparecido. Al
principio no podíamos comprender la aceptación; ahora sí.
Texto
básico
11 de julio
Meditaciones para mujeres que hacen demasiado, Anne Wilson
Schaef
Metas
Es bueno tener un
final a cada jornada; pero al final, es la jornada lo que importa.
Úrsula K. Le Guin
Cuando recordamos
que la vida es un proceso, este recuerdo nos ayuda a plantear nuestro
establecimiento de metas en perspectiva. El propósito de establecer las
perspectivas es el de ofrecernos una estructura temporal en la que actuar.
Lamentablemente, cuando empezamos a creer que la estructura es sólida y real,
perdemos el contacto con el proceso de llegar a ella. Es por eso por lo que con
frecuencia nos sentimos tan deprimidas y nos dejamos desplomar cuando
alcanzamos nuestras metas. No nos hemos permitido disfrutar la experiencia de
la jornada, y cuando alcanzamos el fin, hemos perdido la jornada. Estar en el
presente nos permite experimentar la jornada y responder a su proceso. Cuando
actuamos de esta manera, vemos que todas nuestras metas son sólo ideas
temporales que cambian a medida que nos acercamos a ellas.
Cada día es una jornada. Cada día es un proceso.
11 de julio, Meditación Diaria para Mujeres, libro: Cada
día un nuevo comienzo:
He escuchado el
reino del Espíritu. He escuchado la voz de mi alma y he recordado que el amor
es el hilo que unifica la existencia.
Mary Casey
El acto de amar a
otra persona nos une y cierra cualquier brecha que pudiese haber entre ambas.
Nos lleva al ámbito del otro, enriqueciendo el mundo que llamamos nuestro. El
amor es el gran igualador. Ya no deseamos conquistar ni dominar a quienes
amamos. Y el amor que sentimos por una persona aumenta nuestra capacidad de
amar a otras. El amor sano a la otra persona y a nosotras mismas, tanto al
darlo como el recibirlo. El amor que nos da otra persona es un reconocimiento a
nuestra existencia y nos asegura que somos importantes, que nuestra presencia
es valorada. La necesidad de estos recordatorios y de estos esfuerzos es muy
humana, pero nuestra necesidad de ellos disminuye cada vez que reconocemos a
otra persona entre nosotras. Cuando el amor está ausente la gente se siente
sola, olvidada, insignificante, aunque se halle entre la multitud. Sin duda,
cada una de nosotras puede recordar momentos de silenciosa desesperación,
momentos de alienación. Tendamos las manos a otra persona y mandemos nuestros
pensamientos de amor a alguien que quizás necesite ser recordado. Nuestros
pensamientos amorosos para las personas que están cerca o lejos de nosotras
siempre llegan a su destino y nos unifican. El amor es poderoso y puede cambiar
el aspecto del universo.
El amor cambiará el rumbo de mi vida.
11 de julio, El lenguaje del adiós de Melody Beattie
Trae ante Dios cualquier petición
Trae ante Dios
cualquier petición que tengas. Ninguna petición es demasiado grande; ninguna es
demasiado pequeña o insignificante. Cuán frecuentemente limitamos a Dios al no
traer ante Dios todo lo que queremos y necesitamos. ¿Necesitamos ayuda para
lograr el equilibrio? ¿Para pasar el día? ¿Necesitamos ayuda con alguna
relación en particular? ¿Con un defecto de carácter en particular? ¿Para
obtener alguna cualidad de carácter? ¿Necesitamos ayuda para progresar en
alguna tarea en particular que nos esté desafiando? ¿Necesitamos ayuda con un
sentimiento? ¿Queremos cambiar alguna creencia autoderrotista que nos ha estado
desafiando? ¿Necesitamos información, un mayor conocimiento de uno mismo?
¿Apoyo? ¿Un amigo? ¿Hay algo en el universo de Dios que realmente nos pudiera
brindar alegría? Podemos pedirlo. Podemos pedirle a Dios cualquier cosa que
queramos. Pon la petición en manos de Dios, confiando en que ha sido escuchado,
y luego suéltala, déjala ir. Déjale la decisión a Dios. Pedir lo que queremos y
necesitamos es cuidar de nosotros mismos. Confiemos en que el Poder superior al
que le hemos entregado nuestra vida y voluntad realmente se preocupa de
nosotros y de lo que queremos y necesitamos.
Hoy le pediré a mi Poder Superior lo que quiero y
necesito. No exigiré, pediré. Y luego, lo dejaré ir.
El que no sabe gozar de La ventura cuando le viene, no se
debe quejar sí se pasa.
Aventura Don Quijote
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