Meditaciones 7 de septiembre
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7 de septiembre, La meditación para las Mujeres que aman demasiado, Robin Norwood:
Es preciso que demos a nuestra lucha significado, identidad y comprensión para que respondan a una necesidad interna del espíritu, no de la relación.
Napier A. Whitaker, C. (1978) lo
expresa brevemente y con
7 de septiembre
Meditaciones
para mujeres que hacen demasiado, anne Wilson Schaef
Pedir
demasiado de una misma
Yo
creo que el coeficiente intelectual cambia, y que el mío disminuyó
considerablemente. Ya no soy muy competente en ningún campo. Mis hijos salieron
muy bien adelante, pero no gracias a mí, sino a un padre estricto que no
permitía ninguna tontería.
Anónimo
¿Qué
le pasó a esta mujer? ¿Adónde había llegado?
Cuando
leemos lo que dice de sí misma, tenemos la sensación de que está desapareciendo
ante nuestros propios ojos. Muchas de nosotras hemos tenido la experiencia de
ser devoradas por nuestras familias, nuestros hogares, nuestros trabajos y
nuestras vidas. Una vez conocí a una mujer que solía mirar hacia atrás buscando
huellas en la acera, porque tenía la extraña sensación de que su alma se
escapaba por las plantas de sus pies y quería ver las pruebas de este hecho
sobre la acera.
Puedo
recordar un sentimiento de no existir como persona separada cuando solía
trabajar en la mesa de la cocina y mis hijos estaban a mis pies creciendo.
También
me sentía desaparecer cuando empezaban a gatear y pasaban de un lado del sofá
al otro por encima de mí como si yo no estuviera. La vida puede, a veces,
invitarnos a desaparecer.
Nos
sentimos desaparecer. Pero ¡qué arrogancia supone para la mujer citada aceptar
que sus hijos salieron bien adelante y que ella no tuvo nada que ver con ello!
¡Qué dedicación a la autoabnegación!
Hoy
estaré dispuesta admirar la posibilidad de que mi autocastigo sea una actividad
arrogante y concentrada en mí misma que no es útil para mí ni para nadie.
7
de septiembre, Meditación Diaria para Mujeres, libro: Cada día un nuevo
comienzo:
Trae
a tu memoria los buenos recuerdos, pero vive para el hoy y mantén tus memorias
detrás de ti.
Jody
K. Elliot
Somos
el resultado del conjunto de nuestros recuerdos. Cada nuevo elemento se asemeja
a uno de los ingredientes de un estofado. Cada nueva experiencia, sea dolorosa
o alegre, mejora todo el sabor de nuestra vida.
Nuestras
experiencias suelen entrelazarse, agruparse y quizás adaptarse para
favorecernos al máximo. Nuestra tendencia a rezagarnos en el pasado es algo tan
humano que raramente aprovechamos el momento presente, perdiéndonos así su
importante contribución al panorama de nuestra vida.
¿Quiénes
somos para juzgar el valor de cualquier experiencia individual? Debemos confiar
en la forma en que esas experiencias se han combinado. Mirando hacia atrás
podemos estar seguras de que las situaciones que nos provocaron la mayor
confusión interna también nos ofrecieron lo máximo como mujeres en proceso de
crecimiento y desarrollo.
Las
experiencias que en las próximas veinticuatro horas me ofrezca el día de hoy
son significativas porque son únicas. Las amaré por la contribución que hacen
al total de mi personalidad.
7de
septiembre, El lenguaje del adiós de Melody Beattie
Impotentes
sobre los demás
Dejemos
de disculpar a las otras personas.
Dejemos
de disculparnos a nosotros mismos.
Aunque
es nuestra meta desarrollar la compasión y lograr el perdón, la aceptación y el
amor, también es nuestra meta aceptar la realidad y hacer que la gente sea
responsable de su propia conducta. Podemos también hacernos nosotros
responsables de nuestra propia conducta y, al mismo tiempo, tenernos compasión,
ser comprensivos con nosotros mismos. Cuando nos declaramos impotentes, no nos
estamos declarando irresponsables. No tenemos el poder de controlar a los
demás, lo que hacen, lo que hicieron, o lo que podrían hacer. Estamos
declarando que estamos dispuestos a dar fin a una vida ineficaz basada en la
fuerza de voluntad y en el control. Y estamos comenzando un viaje espiritual,
mental y emocional en el que asumimos la responsabilidad que tenemos para con
nosotros mismos.
No somos víctimas. No estamos desamparados.
Aceptar la impotencia cuando eso es lo adecuado nos capacita para adueñarnos de
nuestro verdadero poder para cuidar de nosotros mismos.
Hoy
evitaré disculparme por mi propia conducta o por la de alguien más. Dejaré que
las consecuencias y la responsabilidad recaigan donde corresponda.
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