Meditaciones 22 de septiembre

 

 

22 de septiembre, La meditación para las Mujeres que aman demasiado, Robin Norwood:

Cuando nuestra recuperación se convierte en nuestra prioridad, cuando nuestra atención está puesta sobre ella, en lugar de estarlo sobre nuestra pareja, entonces se produce la irrupción de nuestro yo más elevado, que hace por nosotras todo aquello que no podemos hacer por nuestros propios medios.


 

El contacto con los demás

Hay días en los que resulta muy fácil identificarse con los demás, sentirse bienvenido y dar la bienvenida en una reunión. Otras, en cambio, lo único que oímos son cosas que nos apartan del grupo. Empezar a notar las diferencias más que apreciar las semejanzas suele ser una señal de alarma que indica incomodidad con uno mismo. Si nos centramos en la personalidad de los demás, puede que nos entreguemos a los chismes, las riñas y contribuyamos a la desunión. Si nos centramos en la nuestra, rápidamente nos autoobsesionamos y caemos en el egocentrismo. Si nos concentramos en vivir según la voluntad de nuestro Poder Superior y en llevar el mensaje, nuestra identidad se desarrolla y florece. El Décimo Paso nos da la gran oportunidad de tender a ese desarrollo, de nutrir el crecimiento que queremos estimular y podar las ramas salvajes antes de que se descontrolen.

Vivir limpios, el viaje continúa

22 de septiembre

Meditaciones para mujeres que hacen demasiado, Anne Wilson Schaef

Confusión

Me parece que tengo un montón de gente dentro de mí.

Dame Edito Evans

Con frecuencia son las personas que llevamos dentro de nosotras las que nos incitan a nuestra adicción al trabajo, a estar siempre ocupadas y a cuidar de los demás.

Tenemos pocas voces dentro de nosotras que nos digan: «Eres prescindible. Los empleadores pueden deshacerse de las personas que no tienen mucha rentabilidad.

Eres lo que haces. Si no estás haciendo algo, no eres nadie. Nadie te querrá sólo por lo que eres. Te tienes que hacer indispensable y entonces te sentirás segura.

No eres lo suficientemente inteligente. Voces, voces, voces.

No es de extrañar que muchas veces nos sintamos confusas. Tenemos un coro activo las veinticuatro horas del día.

Madurar y recuperar nuestras propias vidas es en parte un proceso de escuchar nuestras propias voces y distinguirlas de la multitud que nos habita, especialmente cuando el comité interno es un grupo de adictas.

22 de septiembre, Meditación Diaria para Mujeres, libro: Cada día un nuevo comienzo:

La ira, cuando se queda sin resolver, nos conquista.

Anónimo

Las emociones necesitan ser reconocidas. Pero no sólo requieren atención. También necesitan que las aceptemos como dimensiones importantes de nuestra personalidad. Su influencia sobre lo que somos capaces de convertirnos es muy poderosa.

Al atender respetuosamente y respetar de buen grado nuestras emociones, ya sean de miedo, ira o celos, las despojamos de su aguijón y evitamos que crezcan más allá de su tamaño real. Al igual que los niños gritan y hacen rabietas hasta que logran llamar la atención, del mismo modo nuestras emociones crecen y se vuelven más intensas cuando más negamos su existencia.

En realidad, nuestras emociones nos favorecen, pues enriquecen nuestras experiencias. Sirven como indicadores del camino que estamos transitando. La forma en que nos <<sentimos>> en un momento dado indica en qué nivel está nuestra seguridad, cuán cerca estamos de nuestro poder superior y lo comprometidas que estamos con el programa. Si las admitimos, nuestras emociones nos resultan de utilidad. Y, al contrario, cuando las negamos o las ignoramos pueden inmovilizarnos e incluso derrotarnos.

Mis sentimientos frecuentan a mí ser, dirigen mi conducta, reflejan mis actitudes y aluden a mi cercanía con Dios.

22 de septiembre, El lenguaje del adiós de Melody Beattie

Confiemos en nosotros mismos

Muchos de nosotros creíamos que hacer caso a las palabras de Dios o de nuestro Poder Superior significaba seguir reglas rígidas, un libro de instrucciones para la vida.

Muchos de nosotros ahora creemos otra cosa. Las reglas rígidas, las instrucciones sin fin, la exhortación a la perfección, no son las palabras que murmura nuestro Poder Superior.

Las palabras de Dios a menudo son esas calmadas, pequeñas palabras que llamamos intuición o instinto, que nos van conduciendo y guiando adelante.

Somos libres de ser como somos, de escucharnos y confiar en nosotros mismos. Somos libres de escuchar las gentiles, amorosas palabras de un Poder Superior, las palabras murmuradas a nosotros y a través de cada uno de nosotros.

Hoy, ayúdame, Dios mío, a dejar ir las reglas rígidas basadas en la vergüenza, escogeré la libertad para amar, para escuchar y para confiar.

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