Cartas de las mujeres que aman demasiado, Robin Norwood

 

 

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La palabra “amor” se aplica a muchos estados, sentimientos y experiencias muy intensas que, de hecho, pueden representar la esencia de lo que no es el amor. Por ejemplo, lujuria, pasión, celos, sufrimiento, miedo, excitación, avidez, seducción, subyugación, sumisión, alivio del aburrimiento o la soledad, humillación, venganza, competencia, orgullo y obstinación: estos son algunos de los estados de excitación que comúnmente se disfrazan de amor. Más aún, cuanto más apremiante es nuestra experiencia de cualquiera de esos estados, más probable es que adjudiquemos a esa sensación el nombre de amor. El consenso general es que la persona más agitada por esas sensaciones es la persona más enamorada. A la inversa, tendemos a creer que la persona más serena no puede estar enamorada.

Hoy, creo que lo contrario es lo cierto. El amor personal no es compulsivo, es equilibrado. No tiene desesperación, no es impulsivo, y sólo una persona que esté dispuesta, sea capaz y esté bien entrenada en amarse y aceptarse plenamente puede experimentarlo. La capacidad de amar a otra persona surge de un corazón lleno, no de uno vacío.

Cartas de las mujeres que aman demasiado, Robin Norwood


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