Meditaciones 19 de septiembre
19 de septiembre, La meditación para las Mujeres que aman demasiado, Robin Norwood:
Es vital que consideremos nuestros fracasos como lecciones; más aún, como el camino hacia Dios. Después de todo, no es aquello que hacemos bien lo que trae nuestra entrega espiritual, sino aquello que nos resulta imposible hacer.
El Amor
Al hacer las enmiendas, nos
preguntamos si lo hacemos porque estamos verdaderamente arrepentidos y tenemos
un genuino deseo de reparar lo que hemos hecho. Si contestamos que «sí»,
podemos tener la certeza de que estamos abordando nuestras enmiendas con verdadero
espíritu de humildad y amor.
Funciona como y por que
19 de septiembre
Meditaciones para mujeres que hacen demasiado,
Anne Wilson Schaef
Estar presente al momento
Lo que ellos tomaban por falta de atención era
un milagro de concentración.
Toni Morrison
¿Has observado alguna vez a un gato acechar a
un pájaro? Cada músculo, cada tendón, cada latido del corazón está concentrado
en la presa. ¿Has observado alguna vez a un gato estirarse después de echarse
un sueñecito? Cada músculo, cada tendón, cada latido del corazón está
totalmente implicado en el estiramiento. A veces, cuando estamos totalmente
concentradas en una tarea, podemos parecer rudas y carentes de atención. Pero
estamos totalmente presentes. Estamos presentes a nuestro momento de
concentración. Estos momentos de completa concentración son momentos mágicos y,
frecuentemente, hay ocasiones en las que experimentamos la unidad con nuestro
Poder Superior y con el proceso del universo. Estamos totalmente dentro de
nosotras, y totalmente más allá de nosotras.
Me regocijo por los momentos de total unidad.
Soy verdaderamente yo misma cuando estoy dentro y más allá de mí misma.
19 de septiembre, Meditación Diaria para
Mujeres, libro: Cada día un nuevo comienzo:
La preocupación debe movernos actuar y no a
deprimirnos.
Karen Horney
El papel de víctima es demasiado conocido para
muchas de nosotras. La vida ha sido injusta, pensábamos. Y esperábamos
pasivamente que las circunstancias cambiaran. Y lo hacíamos con la botella o
con las pastillas blancas. Nada de los que sucedía era culpa nuestra. El hecho
de que participábamos activamente en nuestro papel de víctimas era algo difícil
de aceptar, aunque no por ello menos cierto. Ahora hemos dejado de ser víctimas
para convertirnos en actrices. Y desde que nos comprometimos con este programa
tenemos a nuestra disposición a un director hábil y dispuesto a dirigir nuestro
papel en la vida. Todo hecho suscita una acción y nosotras hemos optado por la
vida responsable. Actualmente, la depresión puede hallarse en los límites de
nuestra consciencia. Pero no tiene por qué ser ese nuestro estado. El antídoto
es, ahora y siempre, la acción responsable. Toda preocupación y toda
experiencia exigen que les dediquemos activamente nuestra atención.
El día de hoy se extiende enigmático ante mí.
Las preocupaciones me abrumaron, pero siempre tengo a mi disposición el consejo
acerca de la mejor acción de tomar.
19 de septiembre, El lenguaje del adiós de
Melody Beattie
Disculpas
A veces actuamos de una manera que nos deja
incómodos. Eso es humano. Por eso tenemos las palabras: “Lo siento”. Curan y
cierran la brecha. Pero no tenemos por qué decir “lo siento” si no hemos hecho
nada mal. Una sensación de vergüenza puede llevarnos a disculparnos de todo lo
que hacemos, de cada palabra que decimos, por estar vivos y ser como somos. No
tenemos por qué pedir disculpas por cuidar de nosotros mismos, por manejar
nuestros sentimientos, por fijar límites, por divertirnos o porque nos estamos
curando. No tenemos que cambiar nunca de rumbo, si éste es el que más nos
conviene, pero a veces una disculpa general reconoce otros sentimientos y puede
ser útil cuando no están claras las cosas en una relación. Podemos decir:
“Siento mucho el pleito que tuvimos. Siento mucho que te haya lastimado con lo
que tuve que hacer para cuidarme a mí mismo; no tenía la intención de que así fuera.”
Una vez que pedimos una disculpa, no tenemos que seguirla repitiendo. Si
alguien quiere seguirnos sacando una disculpa por el mismo incidente, eso es
asunto de esa persona y no tenemos por qué dejarnos enganchar. Podemos aprender
a tomar seriamente nuestras disculpas y a no darlas cuando no sean válidas.
Cuando nos sintamos bien con nosotros mismos, sabremos cuándo es momento de
decir que lo sentimos y cuándo no.
Hoy trataré de ser claro y sano en mis
disculpas, asumiendo responsabilidad por mis acciones y por las de nadie más.
Dios mío, ayúdame a averiguar de qué necesito disculparme y qué no es
responsabilidad mía.

Comentarios
Publicar un comentario