Meditaciones 9 de octubre
❧
9 de octubre, La meditación para las Mujeres que aman demasiado, Robin Norwood:
Cuando medimos el nivel de nuestro amor según la profundidad de nuestro tormento, estamos amando demasiado.
Avanzar
con perseverancia
A
medida que nuevas cosas se revelan, nos sentimos renovados. Necesitamos
mantener una mente abierta y una buena disposición para hacer ese pequeño
esfuerzo extra.
Texto
Básico, Capítulo diez: «Algo más será revelado»
9
de octubre
Meditaciones
para mujeres que hacen demasiado, Anne Wilson Schaef
Desesperación
Supongo
que un hueco sólo puede existir a partir de las cosas que lo encierran.
Zelda
Fitzgerald
Un
hueco no es simple vacío. Es la ausencia de algo, y si no está encerrado por
las paredes que lo contienen, no sería posible. Nos es familiar el sentimiento
de vacío. Ha habido muchas ocasiones en las que no nos quedaba ni una sola gota
de energía dentro de nosotras. Estos periodos constituyen la «noche oscura del
alma». Haremos cualquier cosa para evitar sentirlos; incluso nos volvemos
adictas de cualquier cosa que pueda ayudarnos a evitarlos. Hemos sido atrapadas
por las mismas vidas que hemos construido. Nuestras maravillas arquitectónicas
se han convertido en horrores preconstruidos. Nuestras paredes son de
fabricación propia y sólo nosotras podemos derribarlas.
Recuerda
simplemente, cuando se abre un hueco, una gran gama de interesantes
posibilidades se precipita en él.
9
de octubre, Meditación Diaria para Mujeres, libro: Cada día un nuevo comienzo:
Cuando
caen todos los remedios y todas las armaduras retóricas, la ausencia de amor en
nuestras vidas las hace parecer sosas e inconclusas.
Ingrid
Bengis
El
amor apacigua, alienta, inspira e incrementa nuestra integridad, tanto cuando
lo damos como cuando lo recibimos. Si no expresamos nuestro amor, nos alejamos
de nuestra familia y de nuestros amigos, pues su expresión es el lazo que nos
fortalece, dándonos el valor necesario para afrontar lo que ha de venir. No
tenemos por qué esperar que otra persona nos exprese su amor antes de
manifestar el nuestro. El amor ha de ser incondicional. Y cuando lo es, vuelve
a nosotras multiplicado por diez. El amor se atrae a sí mismo, nos sana, lima
las asperezas de nuestra vida y nos prepara para recibir las bendiciones de la
gratitud de los demás. Es tan sencillo amarnos mutuamente. Al amar de manera
incondicional a nuestras hermanas, a nuestros hijos y a nuestros seres
queridos, eliminamos las barreras que impiden que ellos y nosotras alcancemos
cualquier meta. Amándonos unos a otros transmitimos el mensaje divino.
Hoy
tengo una responsabilidad: amar a alguien devota y plenamente.
9
de octubre, El lenguaje del adiós de Melody Beattie
Auto
revelación
Aprender
a revelar gentilmente quiénes somos es como nos abrimos al amor y a la
intimidad en nuestras relaciones. Muchos de nosotros nos hemos ocultado detrás
de una concha protectora, una cubierta que impide que los otros nos vean o nos
lastimen. No queremos ser tan vulnerables. No queremos exponer nuestros
pensamientos, sentimientos, miedos, debilidades y a veces nuestros puntos
fuertes, ante los demás. No queremos que los demás vean cómo somos realmente. Puede
darnos miedo que puedan juzgarnos, alejarse o no caerles bien. Podemos no estar
seguros de que está bien que seamos como somos o de cómo deberíamos exactamente
revelarnos ante los demás. Ser vulnerable puede ser atemorizador, especialmente
si hemos vivido con gente que ha abusado de nosotros, que nos ha maltratado, manipulado,
o que no nos apreció. Poco a poco, aprendemos a correr el riesgo de revelarnos.
Le enseñamos a los demás la persona real que hay dentro de nosotros.
Seleccionamos gente segura y empezamos a revelarle pedazos y pedacitos de
nosotros mismos. A veces, por miedo, podemos retener algo, pensando que eso
ayudará a la relación o ayudará a los demás a que les caigamos mejor. Esa es
una ilusión. Retener lo que somos no nos ayuda a nosotros, ni a la otra
persona, ni a la relación. Retenerse es una conducta contraproducente. Para que
existan una verdadera intimidad y cercanía, para que nos amemos a nosotros
mismos y estemos contentos en una relación, necesitamos revelar cómo somos. Eso
no significa que se lo digamos todo de una vez a todo el mundo. Esa también
puede ser una conducta contraproducente. Podemos aprender a confiar en nosotros
mismos acerca de a quién decirle, cuándo decírselo, en dónde decírselo y cuánto
decirle. Confiar en que la gente nos amará y le caeremos bien si somos
exactamente quiénes somos puede ser atemorizante. Pero es la única manera como
podemos lograr lo que queremos en las relaciones. Dejar ir nuestra necesidad de
controlar a los demás –sus opiniones, sus sentimientos acerca de nosotros, o el
curso de la relación – es la clave. Suavemente, como una flor, podemos aprender
a abrirnos. Al igual que una flor, lo haremos cuando brille el sol y esté
tibio.
Hoy
empezaré a tomar el riesgo de revelar quién soy a alguien que sienta que es
seguro. Dejaré ir algunas de mis artimañas protectoras y me arriesgaré a ser
vulnerable, aunque se me haya enseñado a actuar en otra forma. Revelaré cómo
soy de manera que refleje auto responsabilidad, amor a mí mismo, en forma
directa, honestamente. Dios mío, ayúdame a dejar ir mis miedos acerca de
revelarle a la gente cómo soy. Ayúdame a aceptar quién soy y a dejar ir mi
necesidad de ser quien la gente quiere que sea.
Comentarios
Publicar un comentario