9 de Junio, Meditación Diaria para Mujeres, libro: Cada día un nuevo comienzo
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El
apego hoy
Nunca amamos a nadie: amamos sólo la
idea que tenemos de alguien.
Lo que amamos es un concepto nuestro, es
decir, a nosotros mismos (Fernando Pessoa)
Estudios más recientes han actualizado esta
teoría y han adecuado los estilos de tal manera que llega a entenderse por qué
tanta gente teme el compromiso. Así se puede hablar de cuatro estilos en los
que todos andamos más o menos metidos: el seguro, el preocupado, el huidizo y
el temeroso.
A grandes rasgos, y para no andar con
demasiados tecnicismos psicológicos, el estilo seguro se reconoce porque
mantiene un adecuado equilibrio entre las necesidades afectivas y la autonomía
personal. Suelen ser personas que tienen un modelo mental positivo tanto de sí
mismas como de los demás, es decir, que confían en sí mismas, con una elevada
autoestima y comodidad en las relaciones interpersonales y en la intimidad.
El estilo preocupado se caracteriza por un
modelo mental negativo de sí mismo y positivo de los demás, con una elevada
necesidad de apego. Son personas con baja autoestima, conductas de dependencia,
con una necesidad constante de aprobación y una preocupación excesiva por las
relaciones. En los casos extremos puede caer en conductas hostiles, como los
malditos celos.
Xavier
Guix
9 de Junio,
Meditación Diaria para Mujeres, libro: Cada día un nuevo comienzo:
Muchos de nosotros sólo establecemos una semblanza de
comunicación con los demás; con frecuencia, lo que decimos no se relaciona con
lo que el otro acaba de decir, y ninguna de las dos partes es consciente de que
no está comunicándose.
Desy Safán Gerard
Cuando no nos escuchamos plenamente unas a otras no reverenciamos al Espíritu interior de las demás, que está tratando de comunicarse con nosotras, destruimos la conexión que intenta establecerse entre los Espíritus de ambas. Nuestro yo interior tiene mensajes que dar y recibir para el bien de todas. Generalmente, nuestro yo egocéntrico impide que oigamos las palabras que podrían resolver un problema en nuestra vida.
Qué difícil nos parece permanecer inmóviles y escuchar
plenamente, no a la persona, sino a las palabras. Nos resulta mucho más fácil
filtrar el mensaje a través de nuestro propio dialogo interno nuestra evaluación continua de la
personalidad del otro, precisamente mientras nuestro poder interior trata de
llegar a nosotras a través de dicho mensaje.
En realidad, no hay palabras vanas. Los mensajes están en
todas partes. Aprendamos a escuchar.
Hoy oiré justamente
lo que necesito oír. Me abriré totalmente a las palabras.
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