El miedo a la libertad, Erich Fromm
Hay un factor, en la relación
entre sádico y el objeto de su sadismo, que se olvida a menudo y que, por lo
tanto, merece nuestra especial atención: la dependencia de la persona sádica
con respecto a su objeto.
Mientras la dependencia del
masoquista es evidente, en lo que se refiere al sádico lo lógico sería esperar
precisamente lo contrario: parece tan fuerte y dominador, y el objeto de su
sadismo tan débil y sumiso, que resulta difícil concebirlo como un ser dependiente
de aquel a quien manda. Y, sin embargo, el análisis atento descubre que
tal es el caso. El sádico necesita de la
persona sobre la cual domina y la necesita imprescindiblemente, puesto que sus propios
sentimientos de fuerza se arraigan en el hecho de que él es el dominador de
alguien. Esta dependencia puede
permanecer del todo inconsciente.
Así,
por ejemplo, un hombre puede dispensar a su mujer un trato típicamente sádico y
repetirle que es libre de dejar su casa, pues el día que así lo hiciere él se
alegraría mucho: la mayoría de las veces ella se sentirá tan deprimida que ni
intentará irse, y de este modo ambos seguirán creyendo que las afirmaciones del
marido reflejan la verdad. Pero si la mujer consigue reunir bastante valor como
para anunciarle que está dispuesta a abandonarlo, puede ocurrir algo
completamente inesperado para ambos: el marido se desesperará, y humillándose
le rogará que no lo abandone; le dirá que no puede vivir sin ella, le declarará
cuán grande es su amor. . . y otras cosas por el estilo. Por lo general, como
ella tiene miedo de mantenerse firme, se inclinará a creerle y a quedarse, modificando
su decisión. Desde este momento la comedia vuelve a empezar. El marido adopta de
nuevo su vieja manera de obrar, la mujer halla cada vez más difícil la
permanencia a su lado. Se rebela una vez más, y él volverá a humillarse, ella a
quedarse, y seguirán procediendo de este modo…….
El miedo a la libertad, Erich Fromm
Marc Chagall
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