El segundo acuerdo
El segundo acuerdo
No te tomes nada personalmente
Los tres acuerdos siguientes
nacen, en realidad, del primero. El Segundo Acuerdo consiste en no tomarte
nada personalmente.
Suceda lo que suceda a tu
alrededor, no te lo tomes personalmente. Utilizando un ejemplo anterior, si te
encuentro en la calle y te digo: «¡Eh, eres un estúpido!», sin conocerte, no me
refiero a ti, sino a mí.
Si te lo tomas personalmente,
tal vez te creas que eres un estúpido. Quizá te digas a ti mismo: «¿Cómo lo
sabe? ¿Acaso es clarividente o es que todos pueden ver lo estúpido que soy?».
Te lo tomas personalmente porque
estás de acuerdo con cualquier cosa que se diga. Y tan pronto como estás de
acuerdo, el veneno te recorre y te encuentras atrapado en el sueño del
infierno. El motivo de que estés atrapado es lo que llamamos «la importancia
personal». La importancia personal, o el tomarse las cosas personalmente, es la
expresión máxima del egoísmo, porque consideramos que todo gira a nuestro
alrededor. Durante el período de nuestra educación (o de nuestra
domesticación), aprendimos a tomarnos todas las cosas de forma personal.
Creemos que somos responsables de todo. ¡Yo, yo, yo y siempre yo!
Nada de lo que los demás hacen
es por ti. Lo hacen por ellos mismos. Todos vivimos en nuestro propio sueño, en
nuestra propia mente; los demás están en un mundo completamente distinto de
aquel en que vive cada uno de nosotros. Cuando nos tomamos personalmente lo que
alguien nos dice, suponemos que sabe lo que hay en nuestro mundo e intentamos
imponérselo por encima del suyo.
Los Cuatro Acuerdos, Dr. Miguel Ruiz
Katerina Plotnikova
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