Eliminar la autocompasión
Eliminar la autocompasión
Esta emoción
es tan desagradable que nadie que esté en sus cabales quiere admitir padecerla.
Aun cuando estamos sobrios, muchos de nosotros hacemos cuanto está a nuestro
alcance para ocultarnos a nosotros mismos el hecho de que estamos atrapados en
una telaraña de autocompasión. No nos gusta que se nos diga que sale a flote
esta emoción, y rápidamente tratamos de argumentar que estamos experimentando
una emoción distinta a esa tremenda sensación de "pobre de mí". O podemos
también, en un segundo, encontrar una docena de razones perfectamente legítimas
para sentirnos algo tristes por nosotros mismos.
Mucho tiempo
después de habernos desintoxicado pende sobre nosotros el sentimiento tan
conocido del sufrimiento. La autocompasión es una arena movediza. El hundirnos
en ella requiere mucho menos esfuerzo que la esperanza, la fe, o el simple
movimiento.
• Cualquier persona que pueda recordar
un dolor o enfermedad durante la niñez puede probablemente recordar también el
alivio de lamentarnos por lo mal que nos sentíamos, y la casi perversa
satisfacción de rechazar toda clase de consuelo. Casi todos los seres humanos,
pueden simpatizar profundamente con el clamor infantil de "¡Déjenme
solo!".
También
podemos desplegar una extraña capacidad para convertir una pequeña molestia en
todo un universo de lamentos. Cuando el correo nos trae la cuenta del teléfono,
nos sentimos abrumados por nuestras deudas, y declaramos formalmente que nunca
podremos terminar de pagar. Cuando se nos quema un asado, lo consideramos como
una prueba de que nunca podremos hacer algo a derechas. Cuando llega el auto
nuevo, decimos confidencialmente, "Con la suerte que yo tengo, algo me va
a suceder".
Viviendo sobrio
😵
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