Meditaciones 30 de junio

 


30 de junio, La meditación para las Mujeres que aman demasiado, Robin Norwood:

Cuando dejamos de amar demasiado ya no basamos todo lo que hacemos y decimos en cómo creemos que será la reacción del otro.

 


Sé impecable con tus palabras. (...) Utiliza tus palabras apropiadamente. (...) La impecabilidad de tus palabras te llevará a la libertad personal, al éxito y a la abundancia; hará que el miedo desaparezca y lo transformará en amor y alegría. 

"Los cuatro acuerdos" (1997), Miguel Ruiz

30 de junio

Meditaciones para mujeres que hacen demasiado, Anne Wilson Schaef

Recuperación

La recuperación es un proceso, no un acontecimiento.

Anne Wilson Schaef

Ahora que empezamos a reconocer que trabajar en exceso, andar cuidando siempre de los demás, ir con prisas y mantenerse siempre ocupadas son manifestaciones del proceso de adicción y es tan enfermizo como las adicciones químicas, queremos pararlo inmediatamente.

Desgraciadamente, no es tan fácil. La misma definición de una adicción o de una consulta compulsiva significa algo que nos tiene agarradas y sobre lo que nos sentimos impotentes. No podemos «decir simplemente no». No podemos dejar de hacer lo que hacemos.

Esta enfermedad está en las células de nuestros músculos y en la médula de nuestros huesos.

Necesitamos darnos cuenta de que la recuperación es un proceso. Nos llevó tiempo llegar a ese estado, y nos llevará tiempo salir de él. Parte de nuestra enfermedad consiste en querer que todo suceda al mismo tiempo. Necesitamos paciencia con nosotras mismas y apoyo de las demás personas para progresar en nuestro proceso de recuperación.

«Tengo que hacerlo [recuperarme] por mí misma; no tengo que hacerlo sola», son afirmaciones que se oyen con frecuencia en los círculos de recuperación.

30 de junio, Meditación Diaria para Mujeres, libro: Cada día un nuevo comienzo:

El silencio puede ser el privilegio del fuerte, pero ciertamente es un peligro para el débil, pues aquello que me sentí impulsada a mantener en silencio casi siempre eran cosas por las que sentía vergüenza y que habría sido mucho mejor ventilar.

Joanna Field

Se ha dicho que “estamos tan enfermas como los secretos que guardamos”. Cada vez que nos guardamos algo de lo que necesitamos hablar con los demás obstaculizamos y quizás ponemos en riesgo nuestra salud emocional como mujeres en recuperación.

El hecho de compartir nuestros miedos, nuestros dolores y nuestra ira, mantiene abierto nuestro canal hacia Dios. Los secretos atascan nuestra mente y nos impiden alcanzar la quietud interior, en la que encuentran respuesta nuestras oraciones. Los secretos nos mantienen atoradas. Nuestra salud emocional y espiritual depende de lo comprometidas que estemos con el hecho de compartir nuestras experiencias.

Cada secreto que revelamos a alguien libera también a esa persona y le permite ser ella misma y crecer. Compartir nuestras experiencias nos libera de la pena y suscita el perdón que debemos concedernos a nosotras mismas.

Los pasos Cuarto y Quinto nos hacen más fácil compartir esos secretos que bloquean nuestro camino hacia Dios y hacia los demás. Si guardamos secretos, nunca estaremos totalmente en paz. Compartirlos limpia nuestra alma y nos da vida.

Estaré alerta ante las oportunidades de compartirme a mí misma y apreciaré la libertad que ello me ofrece.

30 de junio, El lenguaje del adiós de Melody Beattie

Acepta el cambio

Un día, mi madre y yo trabajábamos juntas en el jardín. Estábamos trasplantando unas plantas por tercera vez. Habiendo crecido a partir de una semilla en un bote pequeño, las plantas habían sido transferidas a un bote grande; y luego trasplantadas al jardín. Ahora, como me estaba mudando de casa, las estábamos trasplantando otra vez. Siendo inexperta como jardinera, me volví a mi experimentadísima madre. "¿No les hace daño?", le pregunté mientras las desenterrábamos y les sacudíamos la tierra de las raíces. “¿No les hará daño a estas plantas que se les desenraice y se les trasplante tantas veces?"

"Ay, no" respondió mi madre. "Trasplantarlas no les hace daño. De hecho, es bueno para las que sobreviven. Así es como se fortalecen las raíces. Sus raíces crecerán en lo profundo, y las plantas se pondrán fuertes."

A menudo me he sentido como esas pequeñas plantas: desarraigada y boca arriba. A veces he soportado el cambio con buena disposición, a veces con renuencia, pero por lo general mi reacción ha sido una combinación de ambas.

¿No será duro esto para mí?, pregunto ¿No sería mejor que las cosas permanecieran igual? Ahí es cuando me acuerdo de las palabras de mi madre: así es como las raíces crecen en lo profundo y se fortalecen.

Hoy, Dios mío, ayúdame a recordar que durante los tiempos de transición están siendo fortalecidos mi yo y mi fe.

 

 

 

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