Mujeres que corren con los lobos, Clarissa Pinkola,Cap. 2
En
un solo ser humano hay muchos otros seres, todos con sus propios
valores, motivos y estratagemas. Ciertas tecnologías psicológicas
aconsejan detener a estos seres, contarlos, darles un nombre y
ponerles unos arneses hasta obligarlos a avanzar con paso cansino
como esclavos vencidos. Pero hacer eso equivale a detener el baile de
los destellos salvajes en los ojos de una mujer y es como detener su
relámpago e impedirle despedir chispas. Nuestra tarea no es
corromper su belleza natural sino construir para todos estos seres
una campiña salvaje en la que los artistas que haya entre ellos
puedan crear sus obras, los amantes puedan amar y los sanadores
puedan sanar.
Pero
¿qué vamos a hacer con todos estos seres interiores que están
locos y con los que siembran la destrucción sin darse cuenta? Hay
que dejarles sitio incluso a ellos, pero un sitio en el que se les
pueda vigilar. Uno de ellos en particular, el más falso y el más
poderoso fugitivo de la psique, requiere nuestra inmediata atención
y actuación, pues se trata del depredador natural.
Mujeres
que corren con los lobos, Clarissa Pinkola,Cap. 2
La
persecución del intruso: El comienzo de la iniciación
Barba
Azul
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