Meditaciones 9 de noviembre
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No insisten en la perfección
Es importante estar dispuesta a cometer errores. Lo peor que puede pasar es que te hagas memorable.
Sara Blakey
9 de noviembre,
La meditación para las Mujeres que aman demasiado, Robin Norwood:
El hecho de que los hombres que más nos atraen son aquellos que más ayuda parecen necesitar se explica si comprendemos que el origen de la atracción es nuestro propio deseo de ser amadas y ayudadas.

Céntrate en el amor propio.
Dado que uno de los métodos del narcisista es
derribar a las personas para elevarse a sí mismo, es poco probable que hayas
recibido elogios, apoyo o gratitud una vez finalizada el período de seducción.
También es posible que hayas sido objeto de abusos verbales. Debido a que los
narcisistas quieren que seas inseguro, sentir confianza en ti mismo es un
concepto extraño para ti en este momento. Como resultado de haber sido
gaslighted durante tanto tiempo, es posible que haya perdido la fe en su propio
juicio. ¿Cuál es el mejor lugar para empezar a recuperarte de todo esto? Los terapeutas,
los programas de autoayuda y los grupos de apoyo pueden ayudarte a centrarte en
el amor propio, que es lo que necesitas para reconstruir tu autoestima después
de una ruptura. Busca una reunión periódica con un grupo de personas que estén
interesadas en el mismo tipo de desarrollo personal que tú.
Recuperación del Abuso Narcisista
La Guía Completa para Recuperarse del Abuso Emocional, Identificar a los
Narcisistas y Superar las Relaciones Abusivas
Isabella Secreto
9 de noviembre
Meditaciones para mujeres que hacen demasiado,
Anne Wilson Schaef
Reiteración / Obstinación
No es verdad que la vida sea una maldita cosa detrás de
la otra... es la misma maldita cosa una y otra vez.
Edna st. Vincent Millay
Nuestro proceso interno nos proporciona todas
las oportunidades que necesitamos para aprender. Nuestro ser interno es muy
conservador: siempre continúa reciclando nuestra porquería, y reciclando y
reciclando. Si no aprendemos la lección a la primera, se nos da otra
oportunidad... y otra... y otra. La vida nos da todas las oportunidades de
«trabajar» todo lo que tenemos que «trabajarnos». Desgraciadamente, cada
oportunidad de aprender y de reciclar llega con más y más fuerza. La intensidad
de la fuerza con la que tenemos que ser golpeadas es proporcional a nuestro
rechazo, nuestra obstinación y nuestro espejismo de control. La vida repetirá
en ciclos la misma maldita cosa una y otra vez, hasta que aprendemos la
lección.
Estoy contenta de que mi proceso se reitere
dentro de mí. A veces soy una persona lenta en aprender.
9 de noviembre, Meditación Diaria para Mujeres,
libro: Cada día un nuevo comienzo:
En cualquier viaje debemos averiguar dónde
estamos antes de plantear el siguiente paso.
Kathy Boevnik
Todos los aspectos de nuestra vida son un viaje
hacia un destino que se ajusta a nuestro propósito, a nuestros dones especiales
y a nuestras necesidades particulares como mujeres. Cada día aporta a nuestro
recorrido, acercándonos a nuestro destino. Sin embargo, con frecuencia viajamos
en círculos. Nuestros deseos egoístas y la intrusión de nuestro ego controlador
nos mantienen varadas o emboscadas. Reflexionemos acerca del camino que hemos
recorrido hacia nuestro destino y de los pasos que hemos dado, Los cuales han
contribuido inconscientemente a nuestro viaje. Los pasos que nos han resultado
más fáciles han sido aquellos que dimos en compañía de Dios. Nuestro camino
está perfectamente trazado en la mente divina. Estamos justamente donde
necesitamos estar el día de hoy. Las experiencias que afrontemos son sólo los
puntos del mapa de nuestra vida. Algunos de ellos son áreas de descanso,
mientras que otros se asemejan a las autoridades de alta velocidad. El viaje a
nuestro destino no siempre es tranquilo, pero cuanto más dejemos que Dios ocupe
el asiento del piloto, más fácil será nuestra jornada.
Hoy planearé mi viaje con la ayuda de Dios y mi
tránsito será tranquilo.
El lenguaje del adiós de Melody Beattie
Aceptamos el amor
Muchos de nosotros hemos trabajado demasiado
para hacer que las relaciones funcionen; algunas veces esas relaciones no
tenían oportunidad porque la otra persona no estaba disponible o se rehusó a
participar. Para compensar la falta de disponibilidad de la otra persona
trabajamos demasiado duro. Podemos haber hecho todo el trabajo o la mayor
parte. Esto podrá enmascarar la situación por un rato, pero por lo general nos
cansamos. Luego, cuando dejamos de hacer todo el trabajo, nos damos cuenta de
que no hay relación, o ya estamos tan cansados que no nos importa. Hacer uno
todo el trabajo en una relación no es amar, dar o tener interés. Es una
conducta auto derrotista y contraproducente para la relación. Crea la ilusión
de una relación cuando de hecho puede no haber ninguna. Le permite a la otra
persona ser irresponsable acerca de la parte que le toca. Como eso no satisface
nuestras necesidades, finalmente nos sentimos victimados. En nuestras mejores
relaciones, todos tenemos periodos temporales en los que una persona participa
más que la otra. Esto es normal. Pero cuando es una manera permanente de
participar en las relaciones, nos deja sintiéndonos cansados, desgastados,
necesitados y enojados. Podemos aprender a participar en una cantidad razonable
y luego dejar que la relación encuentre su propia vida. ¿Somos nosotros los que
siempre llamamos? ¿Somos los que siempre iniciamos? ¿Somos los únicos que
damos? ¿Somos el que hablamos de los sentimientos y se esfuerza por lograr la
intimidad? ¿Somos el único que espera, que tiene esperanzas, que trabaja?
Podemos dejarlo ir. Si la relación se va a dar, se dará y se convertirá en lo
que estaba destinada a convertirse. No ayudamos a ese proceso tratando de
controlarlo. No nos ayudamos a nosotros mismos, a la otra persona o a la
relación tratando de forzarla o haciendo todo el trabajo. Déjala estar. Espera
y ve. Deja de preocuparte por hacer que ésta se dé. Ve qué sucede y esfuérzate en
comprender si eso es lo que quieres.
Hoy dejaré de hacer todo el trabajo en mis
relaciones. Me daré a mí mismo y a la otra persona la facultad de exigir que
ambos participemos. Aceptaré el nivel natural que alcancen mis relaciones
cuando yo haga mi parte y le permita a la otra persona elegir la suya. Puedo
confiar en que mis relaciones alcanzarán su propio nivel. Yo no tengo que hacer
todo el trabajo; lo único que necesito es hacer la parte que me toca.
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