(Fragmento de Recobra tu Intimidad, de Anne Wilson Schaef)
La adicción a los romances mantiene inmaduros a los individuos y, en consecuencia, a la sociedad. La cultura americana ha sido comparada frecuentemente a un adolescente por otros países del mundo; la adicción a los romanes contribuye a esta percepción. Para una adicto a las aventuras sentimentales, es importante y necesario que la adicción permanezca ingenua e inocente. De hecho, uno de sus mayores obstáculos para la recuperación es el miedo de abandonar la inocencia. En el pensamiento dualista del adicto, abandonar la inocencia significa convertirse en un cínico, y el adicto a los romances ¡no quiere esto en absoluto!
Los adictos a los romances y la adicción social al romance mantiene la vida al borde de la excitación, del caso y de la crisis. A estas personas les gusta la excitación. Cuando algo se vuelve un poco aburrido, crean una pequeña guerra. Cuando existe tal enajenación de los propios sentimientos, se necesita un poco de excitación para saber que se está vivo. El romance puede aportarla. Sin embargo, en este proceso se acaba uno divorciando de las implicaciones que conllevan las consecuencias.
Existen industrias completas diseñadas en torno a la adicción a los romances. Como ya he dicho, estas industrias (del entretenimiento, de cosméticos, de cirugía cosmética plástica, por no nombrar sino unas pocas) afectan severamente el enfoque de la economía, y viceversa.
(Fragmento de Recobra tu Intimidad, de Anne Wilson Schaef)
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