La violencia perversa en las familias


La violencia perversa en las familias

Una vez instaurada en la familia, la violencia perversa constituye un engranaje infernal difícil de frenar, pues tiende a transmitirse de generación en generación. Nos situamos aquí en el registro del maltrato psicológico, que elude a menudo la vigilancia del círculo de allegados y que causa cada vez más estragos.
A veces, este maltrato se disfraza de educación. Alice Miller, que habla de pedagogía perversa, ha denunciado los perjuicios de esa educación tradicional que tiene el objetivo de quebrantar la voluntad del niño a fin de convertirlo en un ser dócil y obediente. Los niños se vuelven incapaces de reaccionar porque «la fuerza y la autoridad aplastante de los adultos los silencian y pueden incluso hacerles perder conciencia».
La convención internacional de los derechos del niño considera como maltrato psicológico a los niños:

—la violencia verbal,
—los comportamientos sádicos y despreciativos,
—la repulsa afectiva,
—las exigencias excesivas o desproporcionadas en relación con la edad del niño,
—las consignas e inyecciones educativas contradictorias o imposibles.

Esta violencia, que nunca es anodina, puede ser indirecta y afectar a los niños sólo de rebote o por salpicadura, o bien puede apuntar directamente a un niño al que intenta eliminar.
El acoso moral El maltrato psicológico en la vida cotidiana
Marie-France Hirigoyen


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