La libertad, base de todo






La libertad, base de todo
No se puede ser libre si no hay previamente un equilibrio interior. Este se expresa como calma y compostura frente a todo tipo de situaciones. Indica que para poder amarnos a nosotros mismos y a los demás, primero es indispensable calmar esas tormentas interiores que, a veces, nos invaden e impiden el afloramiento de los sentimientos más positivos.
Lo que más atrapa al ser humano y más le quita libertad son los miedos y la ira. Solo trabajando sobre esas emociones y logrando diluirlas, logramos ser verdaderamente libres para amar. De lo contrario, es posible que terminemos convirtiendo al otro en objeto de esos miedos y esas agresiones. Si hay armonía interna, en cambio, nos hacemos libres y dejamos que el otro lo sea.
Para el zen es importante que no solamente cultivemos nuestro propio interior. Cuando se ama, también hay interés porque el ser amado crezca y logre su equilibrio interno. Señalan que el amor es un sentimiento activo, no receptivo. Cada quien es un soporte y un referente para aquellos a los que ama. Así que al cultivar los ejes del amor se está incidiendo en el otro, principalmente a través de la vía del ejemplo.
Edith Sánchez
La mente es Maravillosa


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