Tercer Paso Suelta las riendas y entrégaselas a dios
Tercer Paso
Decidimos poner nuestra voluntad y nuestra vida al
cuidado de Dios, tal como lo concebimos.
Suelta las riendas y entrégaselas a dios
Este
lema puede ser un antídoto al deseo que tenemos muchos de controlar lo
incontrolable. En vez de depender de nuestro ego u obstinación para dirigir
nuestras vidas y las vidas ajenas, aprovechamos la fortaleza, la sabiduría y la
compasión de un Poder Superior a nosotros.
En
lugar de aferrarnos,
"soltamos las riendas y se las entregamos a
dios."
A
menudo somos nuestros peores enemigos, obstaculizando la ayuda que necesitamos.
Cuando ponemos en práctica este lema, nos salimos del camino. Abandonamos el
problema, la necesidad de saber que sucederá y cuando, la obsesión con las
decisiones de otra gente, los pensamientos y las preocupaciones que derrochan
nuestro tiempo y nuestra energía, porque no podemos resolverlos solos.
Y dejamos
que Dios se encargue de ellos.
Cuando
pensamos que ya no hay opciones y que nada funciona como esperamos, cuando no
sabemos que hacer y no podemos imaginar que se puede hacer, podemos: "soltar las riendas y entregárselas a dios".
Cuando
la vida funciona sin sobresaltos y probamos nuevas ideas y acciones
estimulantes, podemos recordar Quien está a cargo de los resultados
y
"soltar las riendas y
entregárselas a dios."
Cuando
un amigo de Al-Anon atraviesa momentos difíciles y no sabemos como demostrar
nuestro apoyo, lo único que debemos hacer es decirle que estamos disponibles y
"soltar las riendas y entregárselas a dios".
Este
lema nos permite reemplazar la tensión, la preocupación y el
Sufrimiento por serenidad y fe.
Está
bien distenderse y dejar que la vida siga su curso. Podemos estar seguros de
que las respuestas, las decisiones, las acciones y los pensamientos que
necesitamos, llegarán a nosotros cuando sea el
momento,
porque los hemos colocado en manos de nuestro
Poder Superior."
Tomado del libro: "Como
ayuda Al-Anon a familiares y amigos de alcohólicos" Pags 76 y77
“Ten
el valor de afrontar las grandes tristezas de la vida y la paciencia para las
pequeñas, y cuando hayas completado cuidadosamente tu trabajo diario, ve y
descansa en paz, Dios está despierto”. Víctor
Hugo
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