Gente toxica, Bernardo Stamateas
"La
envidia es de una esencia
tan
etérea que no es más
que
la sombra de una sombra."
William
Shakespeare
Envidias
sanas o enfermizas, envidias ocultas o expuestas, envidias controladas o
descontroladas, son envidias al fin, envidias que afectan nuestra estima y
emociones y, en consecuencia, nuestros resultados.
Envidia,
sí, tal vez ¿competencia?, ¿pasiones descontroladas? La envidia no tiene ni
sexo ni religión, ni clase social ni raza, es una emoción que afecta a
cualquier individuo que no esté enfocado en su propia vida ni en sus metas. No
es mayor ni menor, ni sana o enfermiza, ni buena ni mala.
Como
cita el filósofo español Miguel de Unamuno: "La envidia es mil veces más
terrible que el hambre, porque es hambre espiritual", a lo que Napoleón
Bonaparte agregó: "La envidia es una declaración de inferioridad."
El
mundo está plagado de vidas obsesionadas en vidas ajenas, en logros de
terceros; son vidas que no pueden ver lo que ellas mismas tienen por delante.
Son vidas que se niegan a darle valor a aquellos logros y éxitos que han alcanzado.
Se trata de personas que están cegadas ante el valor de sus propias vidas,
vidas que poseen sin ser poseídas, sin ser disfrutadas ni explotadas al máximo
nivel de gozo y de resultados.
Gente
toxica, Bernardo Stamateas
Shazia Rashid-Smith
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