Octavo Paso
Resentimientos.
El resentimiento suele aparecer como reacción a un estímulo negativo que hiere el propio yo, y ordinariamente se presenta en forma de ofensa o agresión. Evidentemente no toda ofensa produce un resentimiento, pero todo resentimiento va siempre precedido de una ofensa.
El resentimiento es una autointoxicación psíquica, un envenenamiento de nuestro interior que depende de nosotros mismos.
Unas veces la causa viene de una acción directa contra mí, otras veces de una omisión, al no haber recibido la respuesta que esperaba, y también puede ser debida a las circunstancias, como una determinada condición social, profesional, física o de cualquier otra índole.
Es una respuesta emocional mantenida en el tiempo a una agresión percibida como real, aunque exactamente no lo sea. Esta respuesta consiste en un sentirse dolido y no olvidar.
Justo al momento en el que empiezas a tener resentimiento hacia alguien, te conviertes en su esclavo.
Controla tus sueños, absorbe tu digestión, te roba la paz mental, tu buena voluntad y te arrebata el placer de tu propio trabajo.
Arruina tus oraciones y hasta tu práctica espiritual. No puedes tomar vacaciones sin llevarlo contigo. Destruye tu libertad y te persigue a donde quiera que vas.
No hay manera de escapar de la persona a la que le guardas resentimiento.
Está contigo cuando despiertas.
Invade tu recámara mientras duermes.
Hay una silla para él junto a tu mesa y se posa sobre tu hombro cuando estás con quien más amas.
Está muy cerca de ti cuando vas en tu auto y cuando estás en el trabajo.
No puedes tener ni eficacia ni felicidad. Incluso tiene influencia sobre el tono de tu voz.
Te obliga a tomar antiácidos, te provoca dolores de cabeza y te roba la energía.
Incluso te roba tu último momento de consciencia antes de quedarte dormido.
Así que si quieres seguir siendo esclavo de aquel de quien menos quieres serlo, guarda todo ese resentimiento, guárdalo por tantos años como quieras llevar a ese otro justo junto a ti...
A. Codependiente
(Eva Soto)
Octavo Paso
Hicimos una lista de todas las personas a quienes habíamos dañado y estuvimos dispuestas a resarcir los daños causados.
Desde la niñez me han fastidiado los momentos en los cuales dije o hice algo que hirió a otra persona. Son recuerdos desagradables que nunca pensé se desvanecerían. Con el Octavo Paso, no obstante, descubrí un medio para librarme de mi culpa implacable.
Este paso sugiere hacer una lista de todas las personas a quienes he perjudicado y estar dispuesto a reparar el mal que les ocasioné. Finalmente puedo expresar con palabras todos los recuerdos y todo el dolor. Cuando los veo escritos frente a mi, parecen poderse manejar y tengo la esperanza de poder librarme de su peso reparando el mal. En ese momento no necesito hacer nada más. Todo lo que me interesa ahora es el mal que he ocasionado a otros, la culpa que me he creado y el deseo de hacer todo lo que pueda para enmendarlo.
"Valor para Cambiar"-
Comentarios
Publicar un comentario