Deshonestidad
Deshonestidad
La
sensación de tener derecho a vivir como vivíamos durante nuestra adicción puede
acompañarnos en la recuperación. A menudo se pone de manifiesto de formas más
sutiles. Ya no le robamos la cartera a la gente, pero nos puede parecer
perfectamente razonable llevarnos cosas del trabajo, hurtar algo en una tienda
o seguir aprovechándonos de los demás. A lo mejor sabemos que la deshonestidad
de ese tipo está mal, pero tenemos la sensación de que no nos pagan lo que
valemos, que merecemos un descanso que no nos dan o que la gente a la que
servimos en el trabajo, en casa o en NA debería ser más agradecida de lo que
es. A veces se nota en nuestra desconfianza en los demás: sospechamos
constantemente que se aprovechan de nosotros. Dejar que este resentimiento
fermente puede ser increíblemente destructivo. No vemos lo que tenemos sino lo
que nos falta. Sentimos nuestra vulnerabilidad en vez de nuestra seguridad. Es
difícil ser feliz cuando el mundo parece un sitio hostil. Aprender a practicar
la fe y la gratitud no significa renunciar a nuestra «sabiduría de la calle»,
sino empezar a desarrollar un tipo de inteligencia diferente. Podemos
defendernos solos sin sentir que estamos en una lucha a muerte. Empezamos a
confiar en que nuestras necesidades se verán satisfechas y a considerar las
imperfecciones de nuestras circunstancias como oportunidades y no como
obstáculos para crecer.
Vivir
limpios, el viaje continúa
Comentarios
Publicar un comentario