Cartas de las mujeres que aman demasiado, Robin Norwood
Nuestros esfuerzos por ayudar provienen de un sentimiento de pena por el adicto y de la creencia errónea de que, si podemos facilitarle las cosas o hacerlo sentir mejor, lo alentaremos lo suficiente para que cambie. Este enfoque parece lógico, pero no da resultado, porque las personas rara vez cambian salvo por lo que llega a ser un dolor insoportable. Con nuestros esfuerzos por ayudar, mitigamos el dolor del adicto y, por consiguiente, prolongamos su enfermedad.
Al ver que este enfoque de “ayuda” no da resultado, nos sentimos frustrados y disgustados y queremos que el adicto sufra, con la esperanza de que eso le enseñe una lección y se vea obligado a cambiar. Sin embargo, la tolerancia del adicto para el dolor puede ser mucho mayor que nuestra tolerancia para observarlo, debido, en parte, a que las sustancias que consume y que alteran su mente le sirven de anestésicos. Es probable que pronto, por sentimientos de pena y de culpa, volvamos a intentar ayudarlo.
Cartas de las mujeres que aman demasiado, Robin Norwood
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