Valor para cambiar

Recuerdo vivamente las palabras poco caritativas de otros. Las críticas me aturdían, las risas disimuladas me incapacitaban durante días. Nunca se me ocurrió que era objeto de malos tratos y que las palabras crueles podían no ser ciertas. Todos parecían saber que estaba equivocado y mi identidad estaba atada con un nudo de vergüenza. Mi autoestima descendía más y más.
Yo a mi vez trataba a otros con crueldad. Encontraba divertido atacar el carácter de otra persona en compañía de amigos. Por unos minutos me sentía mejor –pero no por mucho tiempo y sólo a costa de otros. Los chismes nunca enriquecieron el carácter de nadie. Era sólo una excusa para evitar concentrarme en mí mismo.
Recordatorio para hoy
Muchos de nosotros tendemos a la reacción antes que a la acción. Cuando nos sentimos heridos, quizás queramos golpear y hacer daño a otra persona. Aprendemos que podemos interrumpir esta respuesta automática para darnos tiempo de decidir cómo deseamos comportarnos en la realidad.
La falta de amabilidad de otra persona no es razón para que se deterioren mis pautas de comportamiento. Cuando acepto la responsabilidad de mis propias acciones sin tener en cuenta la forma de actuar de los demás, me convierto en una persona de la que puedo estar orgulloso. Cuando me siento bien conmigo mismo, es mucho más fácil no tomar los insultos como algo personal.
“Si alguien te echa sal, no te hará daño al menos que tengas alguna herida.” Proverbio latino
Tomado del libro "Valor para cambiar"



Comentarios

Entradas populares de este blog

Meditaciones 24 de junio

Meditaciones 9 de abril

Meditaciones 15 de septiembre