Séptimo Paso

Séptimo Paso
Humildemente le pedimos que nos liberase
de nuestros defectos
Luego, luché conmigo misma un rato.  Trataba de no hacerlo, pero no podía.  O, dejaría de hacerlo aunque aún deseaba hacerlo.  Me esforzaba más.  Fracasaba.  Luego, finalmente me rendía.  Cesaba de luchar y me dejaba en paz.
Fue entonces cuando llegaron los regalos.  Regalos tales como el desprendimiento.  El soltar.  Darme cuenta muy dentro de mí que no podía controlar a otro.  Eso no quiere decir que lo hacía a la perfección o que los regalos llegaron todos a la vez.  Pero, al paso de los años, el soltar gradualmente reemplazó la necesidad de controlar.
Séptimo Paso de CoDA
 Bruno Barbey

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