El dominio

El dominio En la pareja, el movimiento perverso se inicia cuando el movimiento afectivo empieza a faltar, o bien cuando existe una proximidad demasiado grande en relación con el objeto amado. Una proximidad excesiva puede dar miedo. Por esta razón, lo más íntimo es lo que se va a convertir en el objeto de la mayor violencia. Un individuo narcisista impone su dominio para retener al otro, pero también teme que el otro se le aproxime demasiado y lo invada. Pretende, por tanto, mantener al otro en una relación de dependencia, o incluso de propiedad, para demostrarse a sí mismo su omnipotencia. La víctima, inmersa en la duda y en la culpabilidad, no puede reaccionar. En una relación normal, siempre resulta posible poner un límite a la omnipotencia del otro e imponer un equilibrio de fuerzas, aun cuando sea necesario recurrir al conflicto. Por contra, un manipulador perverso no soporta la más mínima oposición a su poder y transformará cualquier relación conflictiva en odio, hasta ...