Aunque la crisis que nos trajo al programa haya pasado, siempre hay algo nuevo que aprender, aún después de años de recuperación. Cambiamos. Y surgen como malezas en un césped recién cortado nuevas oportunidades para el crecimiento espiritual, así como defectos de carácter y nos encontramos volviendo a los Pasos para una nueva lectura. Esto lo experimenté un día que noté que comenzaba a estar enfadado la mayoría del tiempo. Pensé que la culpa era de otras personas y situaciones, sin embargo, decidí concentrarme en mi parte de la historia. Hacía un examen escrito de mis recuerdos, sentimientos y comportamiento cada vez que perdía la serenidad y luego se lo leía en voz alta a alguien en quien confiaba. Mientras leía, el común denominador, la naturaleza exacta de mis faltas, me saltaba a la vista. Mis problemas eran mi orgullo y arrogancia, no mi situación. La necesidad de tener razón me estaba robando la serenidad en toda clase de situaciones. No importa cuánto tiempo siga el programa...