Una mañana temprano, me detuve a observar una colonia de abejas. Un poco intimidado por el frenético movimiento y el intenso zumbido, me recordé a mí mismo que si no metía las narices dentro de la colmena no me picarían. Si mantenía una cierta distancia de una situación peligrosa, estaría bien. Para mí, ésa es exactamente la lección que me enseña el desprendimiento emocional. La decisión es mía. Cuando percibo que una situación es peligrosa para mi bienestar físico, mental o espiritual, puedo ampliar la distancia entre mi persona y la situación. A veces, esto significa que desde un ángulo emocional no me comprometo demasiado con un problema, a veces que dejo físicamente la habitación o que termino una conversación. Y a veces, trato de establecer una distancia espiritual entre el alcoholismo de otra persona o su conducta y yo. Esto no quiere decir que deje de amar a la persona, sólo que reconozco los riesgos a mi propio bienestar y decido cuidar de mí mismo. Recordatorio para hoy Ah...